Un asesinato más en la región amazónica y van seis en menos de un mes. Todos ellos eran activistas y campesinos, asesinados por denunciar y combatir el avance de la deforestación y la destrucción del pulmón de la Tierra.
Los campesinos conocidos como los Sin Tierra exigen al Gobierno brasileño de Dilma Roussef más seguridad. Según la Comisión Pastoral de la Tierra de la iglesia brasileña, 125 personas están amenazadas de muerte y más de 1500 han sido asesinadas desde 1985.
“Por desgracia, el Gobierno no ha tomado las medidas adecuadas”, denuncia Sergio Leitao, de Greenpeace. “Al contrario, envía señales que estimulan esos crímenes en el Amazonas. En lugar de castigar a los responsables de los asesinatos y de la deforestación, legaliza la apropiación de tierras. En 2008 el Gobierno reconoció legalmente la invasión de 66 millones de hectáreas, una superficie equivalente a la de dos países europeos juntos, Francia y Alemania”.
El conflicto se centra en el norteño estado brasileño de Pará, una región aislada donde los grandes propietarios y los madereros ilegales imponen su ley. La explotación ilegal ha destruido en sólo tres décadas un quinto de la selva del Amazonas.
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