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Los motivos científicos no serán suficientes para volver a la Luna

Eugene Cernan, el último hombre que pisó la Luna, saluda a la bandera / NASA

Un estudio explica que el programa Apolo “fue una anomalía en el proceso de toma de decisiones” de EEUU. El apoyo de los estadounidenses a un gran gasto en la carrera espacial fue minoritario, incluso en los años 60

La decisión de lanzar el programa Apolo “fue una anomalía en el proceso de toma de decisiones” de EEUU, explica Roger D. Launius, conservador del Museo del Aire y del Espacio del Instituto Smithsoniano en el primer número de este año de la revista Acta Astronautica. En su opinión, las circunstancias excepcionales que llevaron al primer hombre a la Luna crearon un espejismo entre los entusiastas del espacio que llegaron a creer que “la exploración espacial merecía un tratamiento especial dentro del sistema político estadoundiense”.

Sin embargo, para Lanius, las circunstancias que permitieron esta aventura fueron únicas, dependientes “más de lo que casi todos comprenden” de la atmósfera de crisis de la primavera de 1961 y de la personalidad y las circunstancias que rodeaban al presidente John F. Kennedy, el gran impulsor de la conquista lunar. Además de responder al reto planteado por el Sputnik, que transmitía al mundo una percepción de liderazgo tecnológico por parte de la Unión Soviética que EEUU quería evitar a toda costa, el autor del artículo considera que la propia muerte de Kennedy aceleró el proyecto.


Si el presidente hubiese permanecido una segunda legislatura, con los presupuestos disparados por culpa de la guerra de Vietnam y la crisis de imagen frente a la URSS bajo control, no habría sido difícil para él renunciar al objetivo de llegar a la Luna antes del final de la década y fijar unos plazos más razonables. El asesinato de Kennedy hizo que, de alguna manera, cumplir su palabra se convirtiese en un último homenaje hacia él que permitió mantener un esfuerzo excepcional. Esta singularidad se reflejó, por ejemplo, en que las presiones para cumplir con la fecha marcada hicieron que muchas de las soluciones técnicas ideadas para el programa Apolo no fuesen sostenibles a largo plazo.

Sin vehículo propio

Pocos días de la muerte de Neil Armstrong, parece evidente que, después de Kennedy, la exploración espacial dejó de ser una prioridad. El próximo mes de diciembre se cumplirán 40 años de la misión Apolo 17, la última que llevó un hombre a la Luna y por primera vez desde el inicio de la carrera espacial EEUU no tiene un vehículo propio para viajar al espacio. Sin embargo, según comenta Launius, el interés por las aventuras espaciales no fue mayoritario ni siquiera durante los años 60.
Ya en el verano de 1965, solo tres años después del discurso de Kennedy anunciando que su país se unía a la carrera por llegar a la Luna, un tercio de los estadounidenses estaban a favor de recortar el presupuesto dedicado al espacio y solo un 16% quería incrementarlo. En los tres años siguientes, el porcentaje a favor de quitar fondos al espacio llegó al 40% y los que preferían aumentarlo descendieron al 14%.
En 1967, la revista Newsweek ofrecía una explicación para esta corriente de opinión: “El programa espacial estadounidense está en declive. La guerra de Vietnam y las condiciones desesperadas de los pobres de la nación y sus ciudades -que hacen que el vuelo aeroespacial parezca, en comparación, de una falta de moderación embarazosa- se han combinado para echar abajo un programa en el que el cielo ya no es el límite”. En 1970, pocos meses después de la llegada de Armstrong a la Luna, Nixon confirmaba esta percepción: “Debemos reconocer que hay muchos problemas críticos, aquí en este planeta, que hacen llamadas prioritarias a nuestra atención y nuestros recursos”.
Nada fue lo mismo a partir de entonces, aunque quizá, tal y como explica Lanius,todo fue siempre igual para la exploración espacial salvo un breve periodo en los 60.  El presupuesto de la NASA se incrementó desde los 500 millones de dólares en 1960 hasta los 5.200 millones en 1965. Comparando los porcentajes del presupuesto federal de EEUU que iban para la agencia espacial, que ese año rozó el 4%, esta última cifra equivaldría a 120.000 millones de dólares en 2011. El presupuesto de la NASA para ese año se quedó en 18.500. Las ambiciosas llamadas para volver a la Luna y asaltar finalmente Marte por parte de los Bush durante sus presidencias quedaron finalmente en nada.
En su artículo, Lanius considera que, para poder volver a la Luna y sobre todo, para lanzarse a la conquista de Marte, serán necesarias motivaciones que vayan más allá de las puramente científicas o tecnológicas. “De estos resultados uno debe concluir que Estados Unidos llevó a cabo el programa Apolo no porque el público clamase por él durante los 60 sino porque sirvió a otros propósitos”, afirma el conservador del Museo del Aire y el Espacio de Washington. Además, añade, “estos datos sugieren que si EEUU organiza otra misión tripulada a la Luna en el futuro será porque la misión sirve a unos planes políticos, económicos o de defensa nacional más amplios”.

Los jóvenes dudan cada vez más del viaje de Armstrong

“Deberíamos regresar a la Luna como civilización porque debemos demostrar que podemos hacerlo”, dice el conservador del Museo del Aire y del Espacio del Instituto Smithsoniano Roger D. Launius en su artículo publicado en Acta Astronautica. El motivo de esta muestra de fuerza sería combatir las teorías conspirativas que aseguran que todo el programa de exploración lunar fue un fraude y que cada vez tienen un mayor predicamento entre los ciudadanos.
En su estudio, Lanius muestra el preocupante dato obtenido en una encuesta de 2004 sobre la percepción que tenían los estadounidenses respecto al programa Apolo. Aunque históricamente solo un 6% de la población cuestionaba que se hubiese llegado a la Luna y un 89% lo consideraba sin duda un hecho cierto, la situación cambia en las generaciones que no presenciaron la hazaña. Entre los estadounidenses de entre 18 y 24 años (que ahora se encuentran en la treintena), un 27% manifestaba dudas sobre que la NASA hubiese llegado a la Luna. “La duda es diferente de la negación, pero era una tendencia que parecía crecer con el tiempo”, escribe Launius.
La situación ha podido empeorar con la difusión de teorías como la incluida en el especial que la Fox estrenó en febrero de 2001: Teoría de la conspiración: ¿aterrizamos en la Luna? En él, por primera vez en una gran cadena, se difundían las hipótesis conspirativas sin nadie que las refutase. La NASA no respondió por una política decidida de no responder a afirmaciones que consideraba absurdas y el público empezó a dudar de los hechos azuzados por las opiniones de los “expertos” entrevistados por Fox.

Seis razones por las que viajar de nuevo al satélite


  1. Frente a los meses de vuelo necesarios para llegar a Marte,la Luna sólo está a tres días de la Tierra, lo que hace más seguro llegar allí,  según explica Roger Launius en su artículo.
  2. Es un campo de pruebas ideal para probar las tecnologías y sistemas necesarios para una exploración espacial más amplia.
  3. Proporciona una base excelente para la astronomía, la geología y otras ciencias, que aportarían el conocimiento necesario para ir más allá.
  4. Amplía el conocimiento adquirido con la Estación Espacial Internacional sobrecooperación pacífica en el espacio y es un estímulo para que todas las naciones involucradas impulsen sus capacidades de alta tecnología.
  5. Impulsa el desarrollo de energía de bajo coste y otras tecnologías que serán útiles no solo en la Luna sino también en la Tierra.
  6. Proporciona una base para instalar armas nucleares que se podrían utilizar para destruir asteroides u otras amenazas para la Tierra.




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