No es una casa cualquiera. Hace cuatro años que la vivienda venía siendo un emblema de la lucha contra la política de deshaucios forzados en China.
En medio de una autopista de doble sentido, los propietarios (una pareja de jubilados) han llegado a un acuerdo con las autoridades locales que se han apresurado a demoler el inmueble. Parte de sus muros ya estaban dañados por las excavadoras con las que se les ha presionado estos últimos meses para que abandonasen su hogar.
Esta misma semana el Gobierno chino aprobaba una enmienda legal para aumentar las compensaciones a las familias expropiadas, ya que el asunto ha pasado a ser un problema social.
Entre 2009 y 2011, cuarenta personas se inmolaron negándose a abandonar sus hogares. Los desalojos forzados en China, donde la tierra es de propiedad estatal, han dejado sin hogar a más de 50 millones de campesinos chinos en la última década.
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