A un antiguo y famoso monasterio llegó cierto día un joven para tomar como guía al sabio maestro que lo dirigía. "Mis padres me han advertido que tengan cuidado contigo", afirmó el recién llegado.
El sabio hombre sonrió y dijo: "Ten cuidado, muchacho, ten cuidado, mucho cuidado y te pasará lo mismo que a tus padres: jamás sucederá nada muy malo, pero tampoco te sucederá nada muy bueno".
"¿Es la vida que quieres? -continuó el Maestro-. Me inspiran lastima esas vidas tan protegidas, calculadas, sosas y controladas que no se atreven a explorar las nuevas sendas. Es sensato actuar con prudencia, pero se deja de vivir al confundir la prudencia con la cobardía y al centrarse en lo que los demás opinan o en qué dirán".
"Le viene bien a la existencia -querido muchacho- una buena dosis de sano atrevimiento y unos cuantos grados de locura. es bueno despertar al niño dormido, saber vicvir aventuras y actuar con espontaneidad, porque nada valioso se obtiene sin correr riesgos".
Texto: Reflexiones con sentido, Desafío
Foto: Roberto Bravo Vidal
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