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El tabú de Salvador Allende

Salvador Allende y su esposa, Tencha Bussi, en 1971 junto a sus nietas Marcia Tambutti y Maya Fernández.

Una nieta del expresidente chileno vence el recelo de la familia a hablar de su vida privada en un documental sobre el mandatario


La nieta del expresidente chileno Salvador Allende, la bióloga Marcia Tambutti (Santiago de Chile, 1971), relata con su acento mexicano que todo comenzó hace más de diez años, cuando estudiaba un postgrado en Biología en Londres y le regalaron La piel del tambor,de Arturo Pérez-Reverte. Después la leer la novela, no pudo sacarse de la cabeza la historia de Macarena Bruner, la aristócrata sevillana que intenta evitar que se derrumbe la iglesia donde estaba enterrada su familia y que conocía al dedillo la historia de sus antepasados. Criada en el DF mexicano, donde llegó exiliada después del Golpe de Estado cuando aún no cumplía los dos años, Tambutti descubrió con ese libro que sabía poco de su abuelo. Paradójicamente, aunque los Allende se dedicaron a difundir por el mundo el legado del socialistamuerto en La Moneda en 1973, en la intimidad no hablaban de él.
“Ni siquiera había leído una biografía suya. Cuando tu familia calla un tema y se convierte en tabú, no sólo se da una especie de censura hacia el otro, sino también hacia uno mismo”, señala Tambutti, hija de la presidenta del Senado chileno, Isabel Allende, que en 2008 tomó la decisión de cerrar su casa en Ciudad de México para retornar a Santiago de Chile y buscar testigos que le ayudaran a confeccionar un retrato íntimo del Presidente. Después de siete años de trabajo, ha finalizado el documental Allende, mi abuelo Allende, un ensayo personal sobre el mandatario socialista y la dinámica familiar que todavía se genera en torno a su figura.
En un relato conmovedor y honesto, es la primera investigación sobre Allende realizada desde el círculo íntimo del mandatario y está hecha sobre la base de 32 entrevistas a personas que lo conocieron de cerca. Son todos testimonios inéditos, como el de Tencha Bussi de Allende, la viuda del Presidente fallecida en junio 2009, cuando el filme estaba en plena confección. La realizadora también logra hacer hablar a su tía Carmen Paz Allende Bussi, la primogénita del mandatario, que vive en Santiago y que por décadas ha cultivado un bajo perfil, alejado de la prensa. Sentada en el patio de la casa de calle Guardia Vieja de la capital chilena, la vivienda familiar desde 1953 decorada como si el tiempo no hubiese pasado, Tambutti explica que el hecho de que ella estuviera preparada para desempolvar recuerdos, no significaba que su familia también. “Me faltó abuelo, quería saber más de él. Lejos del exhibicionismo y desde el cariño más profundo, a través de este documental me propuse entender las razones de este silencio, que se explica en una inmensa parte por la existencia de episodios dolorosos”.
Después de la muerte del patriarca durante la invasión de los militares, la familia comenzó una etapa compleja. Tencha Bussi alguna vez describió cómo desde ese día les cambió la vida: “Recordar ese 11 de septiembre de 1973, para mí es una pesadilla. Hasta ese día yo tenía marido, tres hijas, y después de ese día, yo perdí a mi marido, perdí a una hija, mis nietos están dispersos en diversas partes del mundo”.
Beatriz Tati Allende Bussi, la hija revolucionaria del Presidente, se exilió en Cuba y murió en 1977, sólo cuatro años después del golpe. Su hija Maya Fernández, actual diputada socialista, tenía seis años. Su hijo pequeño, Alejandro, apenas cuatro. Médico como su padre y colaboradora suya en el Gobierno, Tati le era incondicional y no pudo quedarse junto a él durante el bombardeo de La Moneda como deseaba, porque estaba embarazada. En La Habana sufrió de una fuerte depresión clínica. En el documental, su sobrina habla por primera vez de esta pérdida con la familia, un tema que hastaAllende, mi abuelo Allende prefería no tocarse. “En Cuba era una figura pública, pero yo creo que estaba sumamente sola”, señala su hijo Alejando Fernández Allende, radicado actualmente en Nueva Zelandia. “Había mucho prejuicio en la época con las enfermedades mentales, sobre todo en Cuba. Un revolucionario no se deprime, era lo primero que te decían”, indica el hijo de Tati.
Cuando empieza el documental, Tambutti se encuentra con una inicial resistencia familiar a hablar sobre estos asuntos. “¿Cuándo vas a dar término a tu larga entrevista?”, le dice su abuela Tencha, de noventa y tantos años, cuando su nieta le pregunta si cuando se casó con su abuelo, imaginó lo que sería su vida. Porque otro de los temas complejos que trata en Allende, mi abuelo Allende son las relaciones extramaritales que tuvo Presidente a lo largo de su vida. Se detiene especialmente en Miria Contreras, la Payita, su leal secretaria en La Moneda. En un diálogo conmovedor, Tambutti le pregunta a Tencha si su esposo era muy coqueto. La viuda aborda profundamente el asunto con su nieta, por primera vez públicamente, y arranca con la siguiente frase: “Uf, le encantaba flirtear”.
En un proceso que queda bien registrado en el trabajo, la realizadora poco a poco logra hacer hablar a su familia frente a la cámara. Como cuando interroga a su madre, la senadora Allende, sobre la relación matrimonial de sus padres y la interpela por las razones que tuvo para ir a La Moneda el día del Golpe de Estado, en medio del ataque militar, sabiendo que en casa la esperaban tenía dos hijos pequeños.
Para remover la memoria de su gente, Tambutti se embarcó en la tarea de recopilar en Chile las fotografías familiares perdidas, que en su mayoría se encuentran todavía extraviadas desde que el 11 de septiembre de 1973 los militares lanzaron bombas y saquearon la casa del Presidente de calle Tomás Moro. Tencha nunca superó esa pérdida y alguna vez hizo llamamientos públicos para que las devolviesen. Con las instantáneas que rescató de distintos armarios, Tambutti se instaló, provocadora, frente a sus parientes: “Como mi familia no estaba acostumbrada a hablar, busqué que surgieran emociones relacionadas con los recuerdos que esas imágenes podría evocar”.
Encontró fotografías desconocidas, como Allende en medio de niños en un cumpleaños infantil, en la playa luciendo un cuerpo todavía esbelto, navegando en una vela en el balneario de Algarrobo. Halló un archivo fílmico de 1943 junto a sus amigos, completamente inédito. Hasta grabó imágenes, mientras una retroexcavadora la derrumbaba, de la casa de la ciudad de Viña del Mar donde el Presidente vivió en la juventud. El Chicho, como lo siguen llamando en la intimidad, nunca le mostró esa vivienda ni a su esposa ni a sus hijas.
Allende, mi abuelo Allende retrata el poder de seducción que el médico socialista ejercía en la esfera pública y privada, describe los sacrificios de su familia y de sus amigos para sacar adelante su proyecto político, las consecuencias de las sucesivas campañas y derrotas para su círculo íntimo, y hasta analiza los gestos físicos que acostumbraba a realizar el Presidente.
En medio del rodaje, sin embargo, hubo algunos hechos que hicieron que Tambutti retrasara su trabajo documental: el fallecimiento de su abuela Tencha a los 94 años y la orden de la Justicia chilena de exhumar los restos del Presidente para determinar por primera vez científicamente las circunstancias de su muerte. El procedimiento realizado en mayo de 2011 no sólo les permitió corroborar que en 1973 la viuda había enterrado el verdadero cuerpo del mandatario y que efectivamente se había quitado la vida en medio del bombardeo en La Moneda, sino que también tenerlo en un espacio de intimidad: la familia se reunió alrededor de sus restos en el Servicio Médico Legal y, por primera vez en casi cuatro décadas, lo acarició.
Tambutti señala que su plan inicial era regresar a México una vez que terminara el documental, al que se ha abocado casi una década. Las circunstancias, sin embargo, torcieron nuevamente el destino de esta familia de izquierda, la más relevante del último siglo en Chile, que ha sido sucesivamente golpeada por la tragedia de la historia y de la muerte. También durante el rodaje, su hermano Gonzalo Meza Allende, hijo de la senadora y nieto mayor del Presidente, se quitó la vida a causa de una depresión. Por cuarta vez, la familia sufrió una pérdida dramática: primero el propio Allende, luego Tati y después Laura Allende, hermana del Presidente, que se quitó la vida en 1981 un gesto político contra la dictadura, aquejada de un cáncer terminal. Con 45 años al momento de su fallecimiento, el hermano de Tambutti aparece entrevistado en varias ocasiones en el filme, dedicado a su memoria y a la de Tencha.
“Somos una familia que ha aprendido a respetar ese tipo de decisiones, que son tan difíciles, sin juzgarlas”, señala la nieta de Allende, que decidió finalmente radicarse en Chile, donde halló las explicaciones de su propia historia.
El País

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