«Primer día en el trabajo. ¡Oh, Dios mío! ¡Qué pesadez!». A ese comentario en Facebook le sucedieron en las semanas siguientes otros dos en parecidos términos, tan comunes como inofensivos para la empresa, pues ni se citaba a la compañía ni se criticaba a los jefes. Pero Kimberley Swann, de 16 años, fue echada sin miramientos de su puesto de administrativa, al que se había incorporado el 2 de febrero.
La dirección de Ivell Marketing&Logistics, una empresa de servicios de Essex, había dado con las frases de Kimberley y el dueño le llamó a su despacho. «No quiero que mi compañía sea noticia», le dijo. «En relación a tus comentarios hechos en Facebook acerca de tu trabajo y la compañía», se le anunciaba en una carta entregada en ese mismo momento, «creemos que es mejor que, dado de que no estás feliz ni disfrutas en tu empleo, demos por terminado tu trabajo con efecto inmediato».
El caso pone sobre la mesa tanto la conveniencia de tener cuidado con los datos o afirmaciones sobre asuntos de la propia vida que se incluyen en las redes sociales de internet, como el creciente uso que de esos foros están haciendo las empresas para acceder al ámbito más personal de sus empleados.
El despido de Kimberley llega después de que el pasado mes de noviembre la compañía aérea Virgin Atlantic echara a la calle a trece miembros de la tripulación de sus aviones por escribir en Facebook expresiones despectivas hacia los pasajeros y quejarse de que los aparatos son «viejas tartanas».
Por su parte, British Airways ha amonestado a los empleados que, en una página de Facebook con la firma de «personal de tierra de BA en el aeropuerto de Gatwick», hicieron un listado de lo más aborrecible de los pasajeros (lo más odiado era «el pasajero que se pone la tarjeta de embarque y el pasaporte en la boca y luego te los entrega»).
Kimberley Swan ha lamentado que se la haya despedido por «comentarios que estaban en una página personal y que no estaban escritos con la intención de que los leyera gente de fuera», y menos el director de la empresa.
Pero el dueño defiende su actuación. «Estábamos pensando en una relación a largo plazo con Kimberley Swan. Su muestra de falta de respeto y desafecto laminó la relación y la ha hecho insostenible», ha declarado Stephen Ivell.
Los sindicatos han alertadado de que las empresas están «fisgoneando» las conversaciones personales que sus empleados hacen en los foros sociales, que es «como si tuvieran la oportunidad de seguirles al pub y escuchar lo que allí dicen a sus amigos sobre su trabajo».
ABC
La dirección de Ivell Marketing&Logistics, una empresa de servicios de Essex, había dado con las frases de Kimberley y el dueño le llamó a su despacho. «No quiero que mi compañía sea noticia», le dijo. «En relación a tus comentarios hechos en Facebook acerca de tu trabajo y la compañía», se le anunciaba en una carta entregada en ese mismo momento, «creemos que es mejor que, dado de que no estás feliz ni disfrutas en tu empleo, demos por terminado tu trabajo con efecto inmediato».
El caso pone sobre la mesa tanto la conveniencia de tener cuidado con los datos o afirmaciones sobre asuntos de la propia vida que se incluyen en las redes sociales de internet, como el creciente uso que de esos foros están haciendo las empresas para acceder al ámbito más personal de sus empleados.
El despido de Kimberley llega después de que el pasado mes de noviembre la compañía aérea Virgin Atlantic echara a la calle a trece miembros de la tripulación de sus aviones por escribir en Facebook expresiones despectivas hacia los pasajeros y quejarse de que los aparatos son «viejas tartanas».
Por su parte, British Airways ha amonestado a los empleados que, en una página de Facebook con la firma de «personal de tierra de BA en el aeropuerto de Gatwick», hicieron un listado de lo más aborrecible de los pasajeros (lo más odiado era «el pasajero que se pone la tarjeta de embarque y el pasaporte en la boca y luego te los entrega»).
Kimberley Swan ha lamentado que se la haya despedido por «comentarios que estaban en una página personal y que no estaban escritos con la intención de que los leyera gente de fuera», y menos el director de la empresa.
Pero el dueño defiende su actuación. «Estábamos pensando en una relación a largo plazo con Kimberley Swan. Su muestra de falta de respeto y desafecto laminó la relación y la ha hecho insostenible», ha declarado Stephen Ivell.
Los sindicatos han alertadado de que las empresas están «fisgoneando» las conversaciones personales que sus empleados hacen en los foros sociales, que es «como si tuvieran la oportunidad de seguirles al pub y escuchar lo que allí dicen a sus amigos sobre su trabajo».
ABC
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