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Día Internacional de la Felicidad 20 de marzo. La felicidad de todos los días




Dos estudiantes felices de la Escuela de Artes Kulturama en Estocolmo posan para una foto durante la visita del Secretario General, Ban Ki-moon, a su escuela. Foto ONU/Eskinder Debebe

Dos estudiantes felices de la Escuela de Artes Kulturama en Estocolmo posan para una foto durante la visita del Secretario General, Ban Ki-moon, a su escuela. Foto ONU/Eskinder Debebe


«En estos momentos de graves injusticias, guerras devastadoras, desplazamientos masivos, miseria absoluta y otras causas de padecimientos provocados por el hombre, el Día Internacional de la Felicidad es una oportunidad mundial para proclamar la primacía de la paz mundial, el bienestar y la alegría.» — Secretario General, Ban Ki-moon

Acción contra el cambio climático para un planeta feliz

¿Qué es el Día de la Internacional de la Felicidad? ¡Es un día para ser feliz, naturalmente! Desde 2013, las Naciones Unidas han celebrado el Día Internacional de la Felicidad como reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo. De hecho, Las Naciones Unidas acaban de establecer 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta –tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar el bienestar y la felicidad.-.
Las Naciones Unidas invitan a todas las personas de cualquier edad, así como a las escuelas, los negocios y los gobiernos a celebrar cada 20 de marzo el Día Internacional de la Felicidad.
Este año incluso participan personajes de los dibujos animados, al unirse las Naciones Unidas con un grupo famoso por su escasa alegrìa:los Angry Birds.
Estos «pájaros enojados», embajadores del mundo de los dibujos animados, nos están ayudando a fomentar la concienciación sobre la importancia de la acción contra el cambio climático, en beneficio de nuestro futuro común. Para acompañarlos y difundir su propia acción contra el cambio climático, usen la etiqueta #AngryBirdsHappyPlanet.

Una niña sudanesa brilla de felicidad en la ceremonia de toma de posesión del Gobierno de Transición de Unidad Nacional de Sudán en Jartum. Foto ONU/Evan Schneider


Mensaje del Secretario General

El Día Internacional de la Felicidad se centra, este año, en la acción contra el cambio climático para un planeta feliz.
Todos pueden participar en nuestra campaña: gobiernos, grupos cívicos, medios de difusión y ciudadanos a pie. Este año, hasta los personajes de historietas se han sumado a los equipos de las Naciones Unidas con un grupo famoso por su falta de buen humor: las Angry Birds.
Estos «pájaros enojados», embajadores del mundo de los dibujos animados, nos están ayudando a fomentar la concienciación sobre la importancia de la acción contra el cambio climático, en beneficio de nuestro futuro común. Para acompañarlos y difundir su propia acción contra el cambio climático, usen la etiqueta #AngryBirdsHappyPlanet.
En estos momentos de graves injusticias, guerras devastadoras, desplazamientos masivos, miseria absoluta y otras causas de padecimientos provocados por el hombre, el Día Internacional de la Felicidad es una oportunidad mundial para proclamar la primacía de la paz mundial, el bienestar y la alegría. Se trata de algo más que de la felicidad individual: es una afirmación de la responsabilidad colectiva que nos cabe a todos por toda la humanidad.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es nuestro plan para lograr una vida digna para todos. Cuando promovemos el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que están íntimamente relacionados entre sí, ayudamos a propagar la felicidad y a asegurar la paz.
La mejor manera de celebrar este Día Internacional de la Felicidad es la acción para aliviar el sufrimiento. Con este ánimo, pues, nos valdremos de esta oportunidad para renovar un espíritu de solidaridad mundial, con miras a crear un porvenir más seguro, próspero y sostenible para todos.

Red


Angry Bird
El Secretario General de la ONU nombró hoy a Red, de los Angry Birds, como Embajador Honorario para un Planeta Saludable con motivo del Día Internacional de la Felicidad. Las Naciones Unidas alientan a los jóvenes a actuar contra el cambio climático y hacer así felices a los Angry Birds en ese Día. La campaña se realiza en colaboración con esos personajes de la serie de juegos para móviles conocidos en todo el mundo con el fin de establecer una relación directa entre combatir el cambio climático y la felicidad y el bienestar de las personas. #AngryBirdsHappyPlanet.

La felicidad de todos los días

La ciencia ha tratado de identificar los ingredientes de la felicidad
La ciencia ha tratado de identificar los ingredientes de la felicidad 

Todo el mundo tiene una idea de lo que necesita para ser feliz, pero esa idea no es necesariamente correcta


La felicidad no equivale al hedonismo, a la presencia de placer y a la ausencia de dolor

Un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas

Imaginemos por un momento que somos periodistas y, como nos ha tocado cubrir un móvil de TV en el Día de la Felicidad, realizamos una encuesta callejera preguntando a cada uno cómo creería alcanzarla. Así, nos topamos con respuestas del tipo: con unas vacaciones en una playa del Caribe, con una suma grande de dinero, a través de un prestigioso premio o de una impresionante conquista amorosa. Pero, a la quinta respuesta, traccionados por nuestra vocación, agregamos una consigna para otorgarle mayor intriga y fervor al asunto: ¿Y después de eso qué? ¿Cuánto crees que te duraría esa felicidad? En esta breve postal imaginaria se despliegan tres de claves que podemos abordar para reflexionar hoy en estos breves renglones sobre el valor de la felicidad: ¿De qué se trata? ¿Por qué nos ocurre? ¿De qué manera se nos da?
Sabemos que el cerebro dicta toda nuestra actividad mental. Es por eso que, aunque resulte recurrente, debemos decir que también la felicidad depende de él. Aunque la felicidad y el bienestar son conceptos intimos y personales podemos comenzar dando cuenta de lo que le pasa a nuestro cerebro cuando estamos felices. Hace tiempo se sabe que el deseo y el placer evidencian cambios en la actividad neuronal y el flujo de ciertos neurotransmisores (como la dopamina) en los sistemas de recompensa del cerebro. Diversos estudios demuestran que, cuando disminuye la dopamina en el cerebro, puede experimentarse una pérdida de la capacidad de deseo y placer. Asimismo, cuando el cerebro no recibe estímulos placenteros, se produce un déficit de dopamina, provocando un estado de anhedonia, polo opuesto a la felicidad. Los niveles de dopamina inferiores a lo normal, que pueden estar relacionados con escasos momentos de satisfacción, provocan trastornos en los mecanismos de atención y concentración. También puede observarse falta de motivación y escasa respuesta a las recompensas.
Ahora bien, más allá de lo que nos pasa en la cabeza, la pregunta es cómo logramos que esa felicidad nos ocurra. Todos tenemos proyectos y motivaciones que nos producen preocupaciones cotidianas, esfuerzos y, en algunos casos, angustia: esto es lo que denominamos “circunstancias de la vida”, es decir, factores del mundo externo. Muchas personas logran sus objetivos y creen (quizá por eso lo persigan) que por el hecho de conseguir el objetivo ansiado van a ser más felices y se van a relajar sus preocupaciones y angustias. Lamentablemente, esto no suele suceder: logramos un objetivo e inmediatamente después de la satisfacción de un tiempo (puede ser una hora, un día, un año), empezamos a desear algo más: el que ganó uno quiere dos, el que pasó una quincena en la playa ahora desea un mes, el que recibió el premio nacional quiere el continental y el del continental, quiere el mundial. Una buena opción es, más que pensar que uno va a ser feliz cuando consiga lo que le falta, sea pensar que se es feliz por todo lo que se tiene. Pero esto, aunque parezca sencillo, también requiere de cierta predisposición y entrenamiento.
Diversos investigadores del nuevo campo de la Psicología Positiva han avanzado mucho en la respuesta mediante investigaciones científicas medibles, controladas y reproducibles. La felicidad no equivale al hedonismo, a la presencia de placer y a la ausencia de dolor. Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania, pionero de la Psicología Positiva, propuso una teoría del bienestar –una descripción de lo que significa la felicidad– a partir de decenas de investigaciones, en la que lo describe como un constructo con cinco elementos. Cada uno de estos contribuye al estado de felicidad y tiene tres propiedades: favorece el bienestar, las personas lo buscan como fin en sí mismo (otorga placer o sentido a la vida) y se pueden medir independientemente de los otros elementos. Hagamos un breve repaso de estos cinco elementos:
  • La emoción positiva. Esto es el placer, el éxtasis, la comodidad y el aspecto más hedónico de la vida (por ejemplo, lo que nos produce la comida, el sexo, descansar, mirar la televisión, sentir el agua caliente de la ducha caer en el cuerpo). La mayoría de las personas suelen asociar esto a la felicidad y, sin embargo, es solo un aspecto.
  • El fluir (flow). Es un estado psicológico específico que experimentamos cuando hacemos una tarea que nos apasiona (conversar con un amigo, practicar un deporte o jugar en la computadora). Durante esas actividades suceden sobre todo dos cosas: una es que perdemos la noción del tiempo; la otra cosa es que perdemos noción de nosotros mismos. Esto sucede porque baja la ansiedad y el estado de alerta. Para que exista el flow tiene que haber un desafío u objetivo, que no sea muy grande, porque nos abrumaría, ni un desafío muy bajo, porque nos aburriría.
  • El sentido. Este resulta de hacer una tarea significativa por los demás, desde pasar tiempo con la familia hasta involucrarse en una ONG o ayudar al prójimo en el día a día. Significa encontrar un sentido o proposito a la vida más allá de uno.
  • Los logros, el éxito y la experticia. Esto, sin dudas, es algo que ocupa la mente de muchas personas durante gran parte del día. Como ya vimos, ciertos logros no traen necesariamente el aumento de felicidad que se espera, aunque la ciencia encontró que hay personas para las cuales sí funciona y es porque pueden venir acompañados, aunque no siempre, de emoción positiva, flow y sentido.
  • Relaciones positivas. El estudio más largo de la psicología es de la Universidad de Harvard y se trata justamente sobre la felicidad. Se hicieron encuestas a distintas personas cada dos años para ver qué circunstancias y actitudes hacía que mejorara o empeorara su calidad de vida. Los resultados del 2015 (qué reúne los resultados de los 75 años) arrojaron que uno de los factores más importantes es cuánto disfrutaban de las relaciones más íntimas.
Somos animales sociales, por lo cual las cosas que más nos dan sentido, flow, placer, orgullo y confianza suelen involucrar a otras personas. Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de California en Riverside, ha dedicado su carrera a medir científicamente el impacto de distintas estrategias y tareas en el aumento de la felicidad. En su libro La ciencia de la felicidad resume un programa específico para aumentar la felicidad duradera. Según las investigaciones, a partir de estudios que comparan gemelos y mellizos, aproximadamente un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas. Estos estudios muestran que las influencias genéticas generan personalidades con distintos niveles de optimismo, alegría, neurosis, extroversión, etc.
Por lo tanto, todos solemos desarrollar personalidades que tienden a más o menos al bienestar, ya que deben existir ciertas condiciones ambientales para que los genes se pongan de manifiesto. Por otro lado, un 10% de nuestra felicidad puede ser mejorada por la circunstancias de la vida que vimos anteriormente como ganar más dinero o conseguir un logro profesional (mucho menos de lo que nos hubiéramos imaginado, ¿no?). El 40% restante está influido por las intenciones y la voluntad, la manera de encarar la amplia variedad de cosas que nos suceden en el día y en la vida: la voluntad de ver positivamente las cosas, de hacer las tareas que incrementan el flow y ayudan a los demás.
En relación a esto, Lyubomirsky esboza una serie de actividades que han probado aumentar el nivel de felicidad cuando son practicadas frecuentemente. Por ejemplo, como dijimos al principio, en vez de preocuparnos sobre qué nos falta o qué nos puede pasar, debemos pensar por qué cosas estamos agradecidos. La biología seleccionó animales con una fuerte dosis de ansiedad y preocupación, ya que aquellos que más intentaban anticipar los riesgos del mundo más sobrevivían. Los avances de la medicina, de la tecnología y de la psicología deberían permitir comenzar a relajarnos y disfrutar de lo que conseguimos hasta acá. El ejercicio físico también es fundamental, ya que reduce el estrés. El estudio longitudinal de Harvard mostró que el 78% de las personas más felices dicen que ejercitan por lo menos tres veces por semana. Los deportes además pueden ser una fuente para construir un sentido de pertenencia a un grupo y un factor para desarrollar confianza. Sin duda, entrenar el cuerpo sirve para entrenar la mente. Por último, otra habilidad a entrenar es el optimismo: tiene que ver con pensar que uno es suficientemente bueno e inteligente y que, además, está aprendiendo, por lo que hay espacio para cometer errores. Este optimismo, a su vez, lleva a que efectivamente logremos mejores resultados. Desde los estudios neurocientíficos también se plantea la relevancia de vivir con alegría y así trabajar en pos de modular nuestra propia neuroplasticidad dirigida hacia la felicidad.
Un cerebro infeliz es un cerebro menos inteligente, menos creativo y menos productivo. La felicidad, además, es un factor de protección contra enfermedades de diversa índole: los niveles más altos de emociones positivas se asocian a menores posibilidades de ansiedad o depresión asociados al estrés. Las personas, cuando se sienten bien, se enferman menos, viven más y tiene una mejor calidad de vida. Hagamos de la felicidad un ejercicio cotidiano.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie University (Australia)
El País

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