La reciente inestabilidad del dólar a nivel internacional ha puesto en evidencia lo expuesto que está Chile a los vaivenes del tipo de cambio. Con exportaciones centradas en materias primas como el cobre, la celulosa y la fruta, este país suramericano vive los efectos directos de una economía abierta e impactada por los cambios de la divisa estadounidense.
La combinación de inestabilidad financiera, presiones cambiarias y una fuerte dependencia del dólar está afectando tanto a empresas como a consumidores en Chile, y abre un debate sobre las oportunidades de diversificación y los riesgos de mantener una dolarización estructural. Uno de los sectores más vulnerables a estas fluctuaciones es el de las pequeñas y medianas empresas, cuyas operaciones diarias se ven permanentemente tensionadas.
Según cifras del Banco Central, más del 80 % del comercio exterior chileno se transa en dólares. Además, contratos relevantes en los sectores financiero, energético y sanitario también se pactan en esta divisa. Esta exposición hoy representa un riesgo ante los movimientos globales del dólar y la incertidumbre geopolítica.
Surgen voces que proponen diversificar los mecanismos de transacción, avanzar hacia acuerdos regionales o explorar alternativas monetarias, como lo propuesto por los países que integran el BRICS.
Desde los sectores exportadores, el temor se centra en los efectos colaterales de guerras arancelarias como las recientemente anunciadas por Estados Unidos, esto sin duda se puede traducir en mayores costos para los productores y consumidores.
Aunque este debate se da a nivel macroeconómico, los efectos de la volatilidad del dólar ya se sienten en las calles, en las pequeñas empresas y en los campos de Chile, donde una divisa inestable impacta los precios, condiciona decisiones de compra y alimenta la incertidumbre de miles de emprendedores que sostienen gran parte de la economía nacional.
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