Pasados los 40 años de edad, te convierten automáticamente en dinosaurio en extinción y, más allá de los 60, eres un figurón consagrado, aunque no se sabe a qué tipo de consagración te destinan. Bien es cierto que el carácter de un individuo determina el tipo de obra; especialmente en artistas como Hugo Marín (1930), cuya elección de vida traspasa profundamente su concepto de arte.
Y he aquí la disyuntiva, pues la contemporaneidad de su obra escultórica y el asombro que me provoca trascienden la idea incluso de lo moderno o clásico. Es en el contexto chileno una de las pocas producciones que verdaderamente interpretan de una manera sofisticada y creativa uno de los problemas acuciantes del arte hoy: la tensión entre lo global y lo local, la identidad y el profundo conocimiento del ser humano. Si quieres seguir leyendo este artículo adquiere Arte Al Límite número 29…
Por Dermis Leóncuradora y crítica de arte
Revista Arte al límite
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