El evento, arraigado en la mitología japonesa, hizo que los participantes se rieran a carcajadas durante 20 minutos. Algunos se rieron mientras se miraban unos a otros, mientras que otros capturaron sus sonrisas en sus teléfonos.
Un asistente de 17 años de Kioto dijo que el ritual resultó ser sorprendentemente divertido, mientras que un participante por primera vez de Kagoshima lo describió como una experiencia familiar memorable. Las risas, que simbolizaban la renovación y la esperanza, crearon un comienzo alegre para el próximo año.
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