“Hace años, en Vietnam, la gente solía tomar un pequeño bote, remar suavemente por zonas con flores de loto y poner algunas hojas de té dentro de una flor de loto abierta.
La flor no se cerraba durante la noche y perfumaba las hojas de té.
A primera hora de la mañana, cuando todavía quedaba rocío, volvía con sus amigos para recoger el té.
En el bote había todo lo necesario: agua fresca, un fueguecillo, tazas de té y una tetera. Entonces, allí mismo, bajo la bella luz del amanecer, preparabas el té de la mañana, disfrutando de toda la naturaleza, bebiendo té entre las flores de loto.
Ahora seguimos tomando el té de la mañana, pero no tenemos tiempo de mirarlo ni de disfrutarlo de la misma manera.”
(Thich Nhat Hanh, Construir la paz, p. 72)
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