Estados Unidos ha reaccionado a los últimos acontecimientos en Egipto, que desde el martes pasado se encuentra sumido en el caos a causa de las protestas contra el presidente Hosni Mubarak, tras amenazar a la administración del país con reducir su apoyo financiero al mismo. Mientras tanto, algunos analistas han expresado la opinión de que la revuelta, que ha causado la muerte de más de 100 egipcios, está impulsada desde el exterior y, en concreto, desde el Estado norteamericano.
Después de una reunión urgente sobre la situación egipcia con los consejeros de seguridad nacional y una conversación telefónica de media hora con el líder de Egipto, Barack Obama estableció oficialmente la posición de su país.
Según el mandatario, EE. UU. insiste en que la administración de Egipto acabe con la violencia, garantize el respeto a los derechos humanos y realice reformas políticas, mientras que las autoridades norteamericanas, por su parte, "seguirán defendiendo los derechos de los ciudadanos egipcios y colaborando con el Gobierno local para garantizar un futuro más justo, libre y seguro" de la nación.
De acuerdo con Obama, la actual destabilización del Estado "debería transformarse en un momento de esperanza" para Egipto. Y parece que la propia administración norteamericana ha decidido participar en el proceso de esta "transformación".
Según informó el representante oficial de la Casa Blanca, Robert Gibbs, a causa de los últimos desórdenes, Washington "revisará su posición asistencial" en cuanto a Egipto. En concreto, podría dejar al país sin su ayuda financiera anual que alcanza cerca de 1.500 millones de dólares.
Mientras tanto, los líderes de algunos países europeos, en particular de Francia, Alemania y Reino Unido, también han hecho declaraciones parecidas. En concreto, le recomendaron insistentemente a Mubarak que "inicie el proceso de cambios" con "una ampliación del Gobierno [que suponga la apertura a partidos y movimientos opositores] y convocando elecciones libres": de este modo se cumpliría con las demandas "justas" de la población egipcia.
Un camino beneficioso
Al mismo tiempo, según los datos publicados en medios británicos, Estados Unidos podría estar implicado en la organización de las protestas en Egipto tras haber prestado su apoyo a los protagonistas de la revuelta.
De acuerdo con la información que divulgó el diario The Daily Telegraph en referencia a las ya conocidas filtraciones de cables diplomáticos de WikiLeaks, la acción se ha estado preparando durante tres años en colaboración con Washington.
Al mismo tiempo que la Casa Blanca se presentaba como aliada de Hosni Mubarak, el Departamento de Estado prestaba ayuda a los opositores, les invitaba a un seminario de jóvenes activistas y ocultaba sus identidades para que no fueran perseguidos en su país, precisó la edición. La publicación también cita (sin mencionar su nombre por razones de seguridad personal) a uno de ellos, quien resultó detenido en el curso de las recientes acciones de protesta en las calles alejandrinas.
Por su parte, algunos analistas también insisten en que la ola de manifestaciones podría estar dirigida o al menos alentada desde el exterior, en concreto desde Estados Unidos y el Reino Unido. En particular, el autor Nikolái Stárikov destaca los intereses económicos como la razón principal de la posible desestabilización artificial de la situación en los países norafricanos.
"Es obvio que Estados Unidos y el Reino Unido están detrás de los recientes acontecimientos en África. No les importa la desestabilización, los sufrimientos de millones de personas o la posibilidad de una guerra que haga imposible la vida en los países de la región", asegura.
"Sabemos que por el territorio de Egipto pasa un gran oleoducto. Y una subida del precio del petróleo y del gas beneficiaría a EE. UU., ya que todas las operaciones monetarias en este ámbito se realizan en dólares. No creo en revoluciones espontáneas en las que millones de personas salen a las calles, aunque no haya habido nigún cambio drástico de la calidad de vida en el país. Estas demostraciones requieren coordinación, apoyo y ayuda financiera a sus líderes por parte de los servicios secretos extranjeros", afirma el experto.
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