Para los yanomami de la Amazonia brasileña, el mundo de los espíritus es una parte fundamental de la vida. Cada criatura, roca, árbol y montaña tiene su propio espíritu. Omama, nuestro creador, nos hizo pensar y hablar con el alma de la selva, con el alma de la montaña y con el alma de la luna, del sol y de las estrellas, explica el chamán Davi Kopenawa, que describe aquí cómo cuidan del mundo los chamanes yanomami. [Galería de Survival International para ELMUNDO.es: "Aprendamos con los grandes espíritus". Fotografías de Claudia Andujar y Victor Englebert. La escritora y Consejera Editorial de Survival International, Joanna Eede, recoge las palabras de Davi Kopenawa, chamán yanomami.]
Yo soy chamán de la selva y trabajo con las fuerzas de la naturaleza, no con las fuerzas del dinero o de las armas, dice Davi Kopenawa. Nuestra sabiduría es diferente. Nuestro conocimiento es un conocimiento distinto. Es la sabiduría de nuestros espíritus chamánicos, de la Tierra, que es muy importante para la supervivencia de la humanidad.
Los xapiripë han bailado para los chamanes desde el principio de los tiempos, y continúan haciéndolo hoy en día. Sus cabezas están cubiertas con plumones de halcón y llevan cintas negras hechas con rabos de mono y plumas de cotinga color turquesa en sus orejas. Bailan en círculo, sin prisa.
Para los yanomami, cada persona tiene una "imagen-esencia", un doble llamado utupë, con el que está unida hasta la muerte. Un utupë puede presentarse a sí mismo en forma de diferentes criaturas vivas, como un pájaro, un mamífero o un insecto. También existen espíritus de árboles, de cascadas y de la miel salvaje.
Los chamanes yanomami también solicitan la ayuda de los xapiripë para curar enfermedades humanas, usando diversas plantas medicinales para tratar fiebres, dolores de estómago, dolores musculares y otras dolencias. Para diagnosticar y detectar enfermedades hacen falta años de experiencia como chamán. Generalmente, cada enfermedad tiene su cura, excepto las enfermedades traídas por los foráneos, frente a las que los yanomami tienen muy poca inmunidad.
Nosotros, los chamanes, también trabajamos para ustedes, los blancos, dice Davi. Nuestros chamanes saben que nuestro planeta esta cambiando. Conocemos la salud de la Amazonia. Sabemos que es peligroso abusar de la naturaleza y que cuando se destruye la selva, se cortan las arterias del futuro y la fuerza del mundo se evapora. El cielo está lleno de humo porque nuestra selva está siendo talada y quemada. Las lluvias llegan tarde, el sol se comporta de manera extraña. Los pulmones del cielo están contaminados. El mundo está enfermo.
La selva morirá si los blancos la destruyen ¿A dónde iremos cuando hayamos destruido nuestro mundo? Cuando el planeta quede en silencio, ¿cómo aprenderemos? La sabiduría de los xapiripë de los yanomami es antigua. Hemos guardado las palabras de nuestros antepasados en nuestro interior durante mucho tiempo, y continuamos transmitiéndoselas a nuestros hijos, añade Davi. Para que las palabras de los espíritus nunca desaparezcan. Y su historia no tenga fin.
El Mundo
Yo soy chamán de la selva y trabajo con las fuerzas de la naturaleza, no con las fuerzas del dinero o de las armas, dice Davi Kopenawa. Nuestra sabiduría es diferente. Nuestro conocimiento es un conocimiento distinto. Es la sabiduría de nuestros espíritus chamánicos, de la Tierra, que es muy importante para la supervivencia de la humanidad.
A través de los sueños y de los trances, los chamanes yanomami trascienden los confines físicos de sus cuerpos y los límites de la conciencia humana para interactuar con los xapiripë (espíritus). Nosotros los yanomami aprendemos con los grandes espíritus, los xapiripë. Aprendemos a conocer a los xapiripë, a verlos y escucharlos. Sólo los chamanes, aquellos que conocen a los xapiripë, los pueden ver, porque parecen humanos pero son tan pequeños como una mota de polvo, y brillantes como la luz.
Los chamanes yanomami inhalan el polvo de yakoana, que se extrae de la corteza del árbol de la virola, para entrar en un estado onírico. El polvo se administra a través de un largo tubo horoma, tradicionalmente hecho del tallo hueco de una palmera. Así hacemos a los espíritus bailar, dice Davi. Hay muchos, muchos xapiripë, tantos como estrellas. Algunos viven en el cielo, otros bajo tierra y otros en las altas montañas cubiertas de selva y flores. Llamamos a estos lugares sagrados "hutu pata".
Cuando el sol está en lo alto, los xapiripë duermen. Comienzan a aparecer al anochecer. Cuando nosotros dormimos, ellos bailan. Davi vio a los xapiripë por primera vez cuando era niño, y continuó viéndolos en sueños mientras crecía. Pero no fue hasta que se hizo adulto que pidió iniciarse como chamán. Cuando inhalas por primera vez el polvo fabricado con el árbol de yakoana, los espiritus xapiripë comienzan a agruparse a tu alrededor.
Los xapiripë descienden hacia nosotros con hilos tan finos como los de una telaraña. Son hermosos, pintados con colores brillantes y con urucum (annatto). Sus brazaletes están decorados con plumas de guacamayo y loro. Bailan maravillosamente y cantan de manera distinta. Existen melodías diferentes: el canto del guacamayo, el del loro, el del tapir, el de la tortuga y el del águila.
Los xapiripë han bailado para los chamanes desde el principio de los tiempos, y continúan haciéndolo hoy en día. Sus cabezas están cubiertas con plumones de halcón y llevan cintas negras hechas con rabos de mono y plumas de cotinga color turquesa en sus orejas. Bailan en círculo, sin prisa.
Para los yanomami, cada persona tiene una "imagen-esencia", un doble llamado utupë, con el que está unida hasta la muerte. Un utupë puede presentarse a sí mismo en forma de diferentes criaturas vivas, como un pájaro, un mamífero o un insecto. También existen espíritus de árboles, de cascadas y de la miel salvaje.
Los chamanes yanomami también solicitan la ayuda de los xapiripë para curar enfermedades humanas, usando diversas plantas medicinales para tratar fiebres, dolores de estómago, dolores musculares y otras dolencias. Para diagnosticar y detectar enfermedades hacen falta años de experiencia como chamán. Generalmente, cada enfermedad tiene su cura, excepto las enfermedades traídas por los foráneos, frente a las que los yanomami tienen muy poca inmunidad.
Nosotros, los chamanes, también trabajamos para ustedes, los blancos, dice Davi. Nuestros chamanes saben que nuestro planeta esta cambiando. Conocemos la salud de la Amazonia. Sabemos que es peligroso abusar de la naturaleza y que cuando se destruye la selva, se cortan las arterias del futuro y la fuerza del mundo se evapora. El cielo está lleno de humo porque nuestra selva está siendo talada y quemada. Las lluvias llegan tarde, el sol se comporta de manera extraña. Los pulmones del cielo están contaminados. El mundo está enfermo.
La selva morirá si los blancos la destruyen ¿A dónde iremos cuando hayamos destruido nuestro mundo? Cuando el planeta quede en silencio, ¿cómo aprenderemos? La sabiduría de los xapiripë de los yanomami es antigua. Hemos guardado las palabras de nuestros antepasados en nuestro interior durante mucho tiempo, y continuamos transmitiéndoselas a nuestros hijos, añade Davi. Para que las palabras de los espíritus nunca desaparezcan. Y su historia no tenga fin.
El Mundo
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