...Estamos ya a fines de los años sesenta y comienzo de los setenta. Los acontecimientos de mayo del 68 en Europa y la invasión soviética a Checoslovaquia el mismo año, tuvieron una gran influencia en la sociedad chilena, particularmente en el medio cultural.
La sociedad chilena presentaba un alto grado de politización, aunque no en el mejor sentido del término (creación de estímulos que habiliten una mejor participación del pueblo en la cosa pública, regulación del ingreso, etc.) La politización estaba más bien relacionada con la desnaturalización del concepto: pujas partidarias que se tornaban más violentas en la medida que los fundamentos ideológicos de los bandos permanecían pasmados en el plano de la elementalidad y hostilidad de clases. La superestructura cultural no escapaba a esas modalidades y la tendencia teatral de muchos grupos estaba orientada a robustecer panfletariamente dichas pujas.
Recuerdo una reunión muy significativa del grupo ICTUS, cuando alguien dijo: <<... macanudo que en la nueva sociedad el cobre sea chileno, pero a nosotros nos corresponde indagar cómo va a ser el amor en la nueva sociedad: cómo serán las relaciones en un mundo mejor>>. Allí creo que nació TRES NOCHES DE UN SÁBADO, obra que estuvo dos años en cartelera y que se constituyó en un trabajo emblemático, tanto por la manera en que se inventó y puso en escena, como por su proyección en el ámbito social como el que vivía Chile en esos momentos.
Y luego, el país se detuvo. ¡El 11 de septiembre de 1973... un feroz estremecimiento feroz!
Por instinto, decidimos continuar las representaciones de TRES NOCHES DE UN SÁBADO. Recuerdo que incluso hicimos funciones de matiné a las 3 de la tarde, cuando el toque de queda era a las 6 PM. Claro que tuvimos que efectuar algunos cambios: por ejemplo, el marinero de la Tercera Espera se transformó en ferroviario, pues no se podían utilizar uniformes de las Fuerzas Armadas en el escenario..
Recuerdo largas discusiones e intentos de astucia intelectual para entender cómo debíamos seguir trabajando.
El mensaje que nos llegaba desde un entorno sangriento era lo que años más tarde leí en una novela de Carlos Fuentes: <<No hay peor servidumbre que la esperanza de ser feliz>>
Hasta que uno de nosotros dijo: <
Nissim Sharim Paz
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