Las ideas negativas sobre la vejez no surgen azarosamente, sino que son producto de la sociedad en la que vivimos, una sociedad asentada sobre la productividad, el consumo y el individualismo, con grandes adelantos tecnológicos, y donde la importancia de los recursos están puestos en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la vida productiva.
Tenemos que reconocer que la sociedad, de manera equivocada, valora únicamente aquello que le resulta productivo, por lo tanto con facilidad se tiende a considerar que las personas mayores no aportan nada, o que por el contrario representan una carga para la sociedad.
Creo que se hace una valoración negativa y poco respetuosa de las personas mayores.
La sociedad moderna excluye a nuestros mayores, provocando en ellos malestar y complicaciones, falta de alegría de vivir. Pero el problema más grande que sufren es la soledad, estar ausente, sin integrarse en el grupo social y familiar como un mero sujeto pasivo.
A esta situación contribuye también el que la vejez se asocie en muchos casos a pérdidas personales y al duelo que acontece tras esas pérdidas.
También hay que reconocer que, también se pierde el interés vital por los objetivos y actividades que posibilitan la interacción social provocando la apatía y que la persona se encierre en sus problemas.
La vejez debe ser considerada como un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico.
La invitación es a prepararnos para envejecer bien y sacarle el mayor provecho posible a los años que viene por delante.
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