Para producir carbón vegetal se destruyen enormes áreas de selva tropical. Esto genera una verdadera catástrofe: los suelos se erosionan y aumentan las malas cosechas. Nigeria y el Congo también se ven afectados. Desde allí, el carbón se transporta a Europa.
Los europeos utilizan 800.000 toneladas de carbón al año para hacer barbacoas. El 70 por ciento proviene de países no pertenecientes a la UE. Los sacos a menudo contienen carbón de madera tropical, cuya importación está sujeta a estrictas regulaciones de la UE. Pero estas regulaciones aún no se aplican para el carbón. En todo el mundo, 2.700 millones de personas utilizan leña o carbón para cocinar y para la calefacción, lo que origina enormes emisiones de gases de efecto invernadero. Cada año, el 55 por ciento de la madera es utilizada como combustible. La madera es talada ilegalmente en las selvas de África y en los bosques tropicales. Especialmente durante los períodos de sequía, los agricultores locales utilizan la producción de carbón como un salvavidas para alimentar a sus familias. Los nómadas del carbón vegetal migran por todo el país en grupos y carbonizan todos los árboles que pueden talar. El impacto es enorme. Solo Nigeria, que produce carbón vegetal casi exclusivamente para la exportación, porque en el país se utiliza principalmente el queroseno para cocinar, perdió el 36 por ciento de sus bosques entre 1990 y 2005. En la actualidad, el doce por ciento del país sigue cubierto de bosques, pero la producción de carbón continúa en aumento. Cada año desaparecen allí unas 350.000 hectáreas de tierra fértil. Según la ONU, la producción de carbón es una de las principales causas de la deforestación en África y del consiguiente deterioro de los suelos. Pero en el continente africano parece que nadie quiere detener el desarrollo de esta actividad. El negocio es demasiado lucrativo. Con 7.400 millones de dólares anuales, los ingresos procedentes del comercio ilegal de carbón son casi tres veces superiores a los del comercio ilegal de drogas.
Con 50 años de vida en común ya estamos transitando por este “Camino otoñal”, descubriendo, día a día, la alegría de vivir y tratando de colaborar en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. El Otoño, al igual que el Adulto mayor, tiene su belleza y la estamos conociendo. Pensamos que hay mucho camino que recorrer y todavía tenemos una mirada optimista de la vida, consciente que junto a las dificultades del diario vivir, hay desafíos que afrontar y oportunidades para servir.
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