Otrora codiciados por ciudades y puertos, los cruceros de lujo se han convertido en apestados que nadie quiere en sus aguas durante la pandemia del COVID-19. Tras días de un tenso bloqueo, cuatro muertes, decenas de casos sospechosos y la transferencia de parte del pasaje a otro buque, el Zaandam ha obtenido el visto bueno del Gobierno panameño para cruzar el canal y seguir su ruta hacia Estados Unidos. Con 1.800 personas a bordo, la situación era insostenible:
"Quiero mostrarles las condiciones en las que hemos estado en los camarotes de los trabajadores. Estos camarotes son de dos metros y medio por dos metros y la verdad es que es muy difícil mantener nuestra salud mental", explicaba el periodista argentino Dante Leguizamón, uno de los pasajeros.
Tampoco ha sido agradable la travesía en el Artania, que ha estado varios días bloqueado en el oeste de Australia. Tras recibir el visto bueno para atracar en Fremantle, 800 pasajeros, muchos de ellos europeos, regresarán a casa en avión. Al menos tres se quedarán ingresados en la unidad de cuidados intensivos de un hospital australiano.
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