Diego Velázquez es considerado el pintor más importante del período barroco español. Su servicio como pintor de cámara de Felipe IV le permitió estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional y, con ello, logró un estilo personalísimo que dejaría una huella indeleble en la historia de la pintura.
Pero ¿cómo fue la vida de Diego Velázquez? ¿Cuál son las características de su estilo y su técnica? ¿Qué maestros tuvieron infuencia en él? ¿Cuáles fueron sus obras más importantes?
Biografía de Diego Velázquez
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mejor conocido como Diego Velázquez, nació en Sevilla en el año 1599. De abuelos portugueses, fue hijo de Juan Rodríguez de Silva, y de la sevillana Jerónima Velázquez.
La formación artística de Diego Velázquez transcurrió mayormente en su ciudad natal, Sevilla. Allí recibió clases de dos importantes maestros. Aparentemente, el primero fue Francisco de Herrera. Después, ingresó al taller del maestro Francisco Pacheco, quien fue una figura fundamental en su vida y posterior desempeño.
De hecho, en 1618 se casó con la hija de su maestro, Juana Pacheco, cuando aún no cumplía los 19 años de edad. Con ella tuvo dos hijas, Francisca e Ignacia, también nacidas en la ciudad de Sevilla.
Durante su etapa sevillana, Diego Velázquez desarrolló ampliamente los bodegones, así como escenas de taberna o escenas de cocina y cuadros religiosos. En todo, Velázquez hacía gala de un naturalismo tenebrista de gran factura que le mereció amplio reconocimiento.
De esta etapa, de hecho, es su celebrado lienzo El aguador de Sevilla, que le dio una importante proyección profesional. Este naturalismo de Velázquez dialogaba con los grandes maestros Caravaggio y Ribera, representantes de esta tendencia de la pintura que alcanzaba niveles nunca antes explorados.
De Sevilla a la corte del rey Felipe IV
Un año después, en 1623, es llamado a Madrid por el conde duque de Olivares para elaborar un retrato del rey Felipe IV. Gustó tanto que obtuvo el cargo de maestro de cámara de la corte. Una vez instalado, pudo estudiar a los maestros de la colección del palacio, como Tiziano, a quien Velázquez consideraba su pintor favorito.
Bajo la protección real, Velázquez produjo gran parte de su obra. Dadas las condiciones de ese momento, su producción se circunscribía mayormente a retratos de la familia real, retratos cortesanos y personalidades destacadas.
Velázquez contaba con el reconocimiento de importantes sus pares en el mundo de la pintura europea. Fue el caso de Pedro Pablo Rubens, quien estuvo en Madrid por esos años y con quien llegó a colaborar. Fue el mismo Rubens quien le recomendó viajar a Italia para estudiar a los grandes maestros. Bajo su influjo, Velázquez produjo el famoso lienzo El triunfo de Baco, pero a diferencia de los pintores convencionales, su franco naturalismo lo aproximaba más a la escena de un bodegón que a una escena mitológica.
Los viajes a Italia en la obra de Velázquez
Velázquez regresó a Madrid en el año de 1631. Su obra, ya madura y sometida a un cambio de estilo perceptible, fue sumamente prolífica a partir de entonces, y colaboró con muchos proyectos reales, entre los que podemos mencionar la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro y de la Torre de la Parada. Es también la época de sus grandes lienzos La rendición de Breda y la Coronación de la Virgen.
En 1649, Velázquez viajaría una segunda y última vez a Italia con el propósito de adquirir nuevas piezas para la colección real, tanto pictóricas como escultóricas. El viaje fue también una oportunidad para profundizar sus estudios.
En ese período, Velázquez tiene un hijo fuera del matrimonio, llamado Antonio. También le da la libertad a su esclavo Juan de Pareja, retratado por él en uno de sus trabajos más conocidos.
Influenciado por la técnica, la composición y el sensualismo de los grandes maestros italianos, el artista hizo en Roma su único desnudo femenino: Venus en el espejo. El prestigio del pintor era tal que, tras su insistencia, logró que el papa Inocencio X le concediera hacerle un retrato. En dicho retrato, Velázquez haría gala de un nuevo trazo artístico acrisolado en Italia, el cual le garantizaría su consagración definitiva de regreso a España.
Como se puede ver, Velázquez ganaba en técnica y ampliaba el espectro de temas y géneros pictóricos que ejecutaba con igual maestría: bodegones, retratos, cuadros de historia, escenas de género, escena religiosas y escenas mitológicas. El ascenso de su prestigio era indetenible.
La definitiva consagración de Velázquez y sus últimos años
Será este el período en que pinte su más afamada obra, Las meninas, que revela el interés conceptual del artista por dignificar la pintura a la par de las artes liberales, al tiempo que deja entrever las preocupaciones de la monarquía por la sucesión real.
Diego Velázquez muere el 6 de agosto de 1660 con todos los honores que podría recibir un artista talentoso y consagrado como él.
Andrea Imaginario
Cultura genial





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