Antonio Mongiello Ricci, más conocido como “Napo”, falleció este martes a la madrugada en Buenos Aires, donde residió en los últimos años. Allegados confirmaron que no hay velorio y que sus hijos viajaron desde Francia para despedirlo.
Había nacido en Rosario, en el Cruce Alberdi en 1942 y desde muy joven comenzó a destacarse por su línea de dibujo y por un humor ácido y agresivo, que signó sus trabajos en la Argentina y que modificaría totalmente al radicarse en Francia en 1976.
Se mudo a Europa al iniciarse la dictadura militar y cuando ya había publicado en la mayoría de las revistas del género como la rosarina “La cebra a lunares” o las porteñas “Tía Vicenta”, “Satiricón”, “Chaupinela”, “La Hipotenusa” y otras e ilustrando libros del Centro Editor de America Latina. Publico aquí su primera recopilación de humor gráfico: “Tutti frutti”.
En Paris, sus dibujos adquirieron un estilo personalísimo, con el uso de colores suaves y temáticas vinculadas a la naturaleza, los deportes y el absurdo. Jerome Darwin crítico de arte y presidente de “Humoristes International” escribió: “Heredero de Jeróme Bosch y Saul Steimberg, Napo nos transporta con su enorme inventiva por junglas delirantes de pasiones donde nos encontramos por la magia del humor grafico, con la ternura y el horror, la bondad y la belleza. Napo es un colorido espejo satírico lleno de poética sabiduría”.Amigo de Sempé, Siné, Mordillo, Pratt. Fontanarrosa, Cristi, Quino y otros, expuso en 2004 y 2012 su dibujos en su ciudad natal, la que visitaba en cada uno de sus viajes.
En Francia dibujó para el diario”Le Monde” y publicó, en cuidadas ediciones, libros como “Humor Golf” y “Napo Tango”, este ultimo con un CD del gran bandoneonista Juan José Mosalini, establecido en Francia desde 1980.
Un dato poco mencionado: en 1970 dibujó, con guión de Oesterheld, para la revista “2001”, la primera version de “La Guerra de los Antares”, que luego ilustraría Gustavo Trigo.
Sin Mordaza
A los 77 años, murió Antonio Mongiello Ricci, más conocido como Napo. Destacado dibujante y humorista nacido en 1942 en Rosario, se había radicado en Paris desde hacía más de cuarenta años. Falleció este martes a la madrugada en Buenos Aires, donde estaba viviendo en los últimos años. Allegados confirmaron que no hay velorio y que sus hijos viajaron desde Francia para despedirlo.
- A la capital francesa, vale recordarlo, llegó con sólo un bloc y una caja de acuarelas bajo el brazo. Aunque ya era conocido en la Argentina porque haber publicado sus dibujos en todas las revistas de humor de los años 60 y 70, desde Tía Vicenta hasta Satiricón, en Europa le tocó forjarse el camino.
- Gracias a su talento, pero también a esa capacidad tan suya de estar en el momento justo en el sitio indicado, Napo se hizo más que un buen lugar. A Francia llegó en el oscuro año que fue 1976 y aunque hasta ese momento firmaba sus trabajos como Napoleón, una vez ahí decidió, por consejo de un conocido en la embajada argentina, cambiar ese seudónimo por Napo, para no causar resquemor.
«A mí el reconocimiento me importa un pepino. Para mí se trata de vivir y dejar vivir. Yo no hice nada más en mi vida que dibujar. Se lo contás a cualquiera y no te cree. Por ejemplo me ha pasado de sentarme en un avión y que el de al lado te cuenta que es farmacéutico y te pregunta a qué te dedicás. Y yo le digo: ‘Hago dibujitos’. Y el tipo insiste: ‘No. ¿Qué hace para vivir?’. Así comprendí que no me tengo que hacer problema ni por que el otro entienda, ni por que me lo reconozca. Tengo que decir que los libros de humor se venden en Francia. Que desde que llegué se notaba que se podía vivir de eso. Es el único país que conozco en donde se puede vivir de eso», expresó en una entrevista al Diario La Capital en 2018.
«No me formé nunca. Más bien me deformé. El recuerdo que tengo de mi infancia es que era de una familia muy humilde y que cuando venían las vacaciones mi papá me mandaba a trabajar. Entonces me venía del cruce Alberdi, donde vivía por entonces, a la óptica Trini. Odiaba ese laburo, se me ensuciaban las manos, no me gustaba trabajar. Pero con esos mangos que hacía me empecé a venir de noche a la zona de la Facultad de Bellas Artes, porque quería estudiar algo, y me metía en los bares. Ahí conocí a un montón de personas y me puse a dibujar. En el año 1958 mandé mi primer dibujo a la revista Leoplán. Todavía firmaba con mi nombre y el seudónimo de Napoleón y no lo podía creer, pero me lo publicaron», contó en esa nota.
Napo decía de sí mismo que no sabía dibujar. Que no tenía idea de dibujo y ni siquiera técnica. Pero sus trabajos lo contradicen. Su forma de ilustrar se fijó a medio camino entre el arte plástico y el dibujo gracias a su estallido de color. Lo suyo no era el blanco y negro. Era con una paleta cromática que narraba con sátira pero con ternura la realidad, por más horrorosa que fuera.
Sus trabajos se publicaron desde 1958 en las revistas Tía Vicenta, Leoplán, Adán, La Hipotenusa y Satiricón. Ya radicado en París, colaboró como ilustrador con importantes editoriales europeas como Nathan, Glenat, Hachette, y con diarios y revistas como Journal Le Monde, Lire, L’Express o La Vanguardia. Fue miembro fundador de Les Humoristes Associés, y editó entre otros libros C’est la Jungle, Le Vin, La Table, La Mer, Humour d’Hiver y Tout le Humour du Monde. También expuso sus trabajos tanto en la Argentina como en Francia, España, Italia, Dinamarca y Estados Unidos. En 1970 incursionó en la historieta y con guión del recordado Héctor G. Oesterheld realizó la primera versión de La guerra de los Antartes, que fue publicada en la revista 2001. Cuatro años después volvería a realizarla Gustavo Trigo, pero esta vez para el diario Noticias.
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