Los talibanes son responsables de uno de los peores crímenes contra la cultura, la destrucción de los Budas gigantes del valle de Bamiyán, en el centro de Afganistán, en 2001. El nuevo Gobierno talibán, que tomó el poder del país en agosto pasado, se comprometió a respetar y vigilar el rico patrimonio cultural de su país. ¿Qué garantías existen ahora? ¿Han cumplido?
Ernesto Ottone, subdirector general de Cultura de la UNESCO, invitado en esta edición de Escala en Paris conoce la situación en detalle: "Estamos en una situación un poco distinta en relación a la última vez que los talibanes tomaron el poder. Si bien son las mismas autoridades que vuelven al gobierno, lo que ha cambiado son tres cosas. Lo primero es que, durante todos estos años democráticos de Afganistán, el gobierno saliente ratificó todas las convenciones que hasta entonces no había ratificado. Es decir, el tráfico ilícito en zonas de conflicto, la salvaguarda del patrimonio, el patrimonio inmaterial. Por lo tanto, la mirada internacional está puesta en el respeto de esos acuerdos internacionales. Lo segundo es que, efectivamente, ha habido indicaciones –por lo menos es la información que tenemos hasta ahora con nuestro equipo que trabaja en el terreno- que las destrucciones que se dieron durante tres años, entre el 2000 y el 2002, no se han producido en la escala que se produjeron en ese entonces, pero estamos constantemente trabajando y verificando. Nuestro peligro mayor en este momento son los sitios arqueológicos, es decir el control de los sitios arqueológicos".
Se estima que unas 1000 piezas depositadas en Bamiyán han sido robadas desde agosto cuando los talibanes llegaron nuevamente al poder. "Las cifras exactas no se conocen”, matiza Ottone. “Nosotros tuvimos un seminario en noviembre pasado, donde vino el director del Museo Nacional y no podía certificarnos cifras. Hubo mucho hurto de material técnico en los primeros días. El trabajo que venimos haciendo desde hace 18 años como Unesco ha sido con soporte y apoyo financiero de muchos países como Alemania, Italia, Corea del Sur, principalmente", afirma.
Ernesto Ottone explica que se registran cifras menores de robo en los dos museos principales. Destaca que el difícil control de los sitios arqueológicos, en donde los especialistas van descubriendo las piezas y no están registradas, los fragiliza. "Cuando una pieza está registrada, uno tiene el recurso de Interpol, el servicio nacional de aduanas que pueden hacer el seguimiento, y la Unesco trabaja con agencias especializadas", explica.
"En estos últimos cuatro meses es un llamado muy fuerte para que el mercado no adquiera piezas provenientes de Afganistán, sin que haya el resguardo necesario de origen. Es decir, si hay piezas que fueron sacadas del país en el pasado, tenemos registro. Hoy en día estamos haciendo un llamado para que no se adquieran piezas provenientes de Afganistán en el mercado, ni formal, y por supuesto mucho menos informal que es ilegal", precisa.
El personal de la Unesco presente en Afganistán, ante la llegada de los talibanes, debió replegarse a Pakistán. Eso complica mucho las cosas pues además "se nos suma la pandemia".
"El cambio político que se produjo en el territorio afgano, más la pandemia, que ya tenía muy maltratada las instituciones públicas de resguardo del patrimonio, vienen a afectar sobre todo el seguimiento del control. Lo bueno es que en los últimos tres meses nuestros equipos han vuelto al terreno, equipos nacionales de expertos. El gran problema que tenemos es el acceso", dice.
Ernesto Ottone destaca el ejemplo del proyecto llevado conjuntamente con Alif, una agencia internacional que trabaja con la Unesco, en la recuperación del minarete de Djam (o Jam). El acceso es imposible ya que los talibanes tienen cortada la ruta. Los especialistas de la Unesco tuvieron que hacer todo con drones o con monitores. Hoy en día los lugares estratégicos están resguardados. "Los talibanes han puesto seguridad para que no ingresen personas no autorizadas, pero tenemos muy poca información" subraya el representante de la Unesco.
Sobre las limitaciones que encuentran para realizar su trabajo y sobre la situación del gran centro cultural de la Unesco que estaba por abrir cuando los talibanes tomaron el poder, el invitado de Escala en Paris precisa que se trata de un centro de información, un espacio que se debía entregar a la comunidad afgana.
"Era también el museo donde se iban a restaurar parte de las piezas de lo que quedó de los Budas que se destruyeron en 2001. El centro cultural se iba a inaugurar dos semanas tras el cambio de gobierno. Para nosotros fue un golpe de agua fría muy grande. El espacio físico está listo, pero está vacío. Hoy en día lo que se ha tratado de hacer es asegurar que las piezas que iban a estar en ese espacio estén resguardadas. Nuestros especialistas locales nos aseguran que están resguardados. Eso nos da una cierta tranquilidad. Pero, efectivamente, tanto el país que invirtió como la Unesco, no quieren que ese espacio sea usado con otros fines. No se puede transformar en un sitio de culto. Estamos hablando de un espacio de 8.000 metros cuadrados, en un país que tiene 5 museos en total", agrega.
El trabajo de restitución de bienes culturales dio recientemente un gran paso cuando Francia le regresó a Benín unas 26 obras despojadas por las tropas coloniales en el siglo XIX. También Senegal y Costa de Marfil recibirán piezas. Son los recientes resultados de una discusión muy antigua en la Unesco.
Ernesto Ottone precisa que es necesario referirse a la convención de 1970 sobre la devolución de objetos de arte: “todo objeto que se pueda comprobar que fue sacado de un país tiene que ser devuelto; 141 países sobre 193 han ratificado esta convención”.
"El problema que tenemos sobre la época colonial en América Latina, es que no la cubre ningún instrumento normativo. Esta discusión, hoy en día, está muy activa en Latinoamérica, en países como México, Guatemala, Perú, entre otros. Hoy en día se trata de acuerdos bilaterales. Surgen entonces dos problemas: uno son las legislaciones nacionales que son muy divergentes entre un país y otro - algunos no permiten que el patrimonio que está incluido en el acervo de ese país pueda ser devuelto porque sería como sacar una parte del país-, y los otros países dicen que cualquier objeto que haya salido de ese país, por ejemplo, México precolombino, tiene que ser devuelto automáticamente. Entonces tenemos un choque de legislaciones."
"Hoy en día lo que estamos haciendo es buscar la forma de mediar entre los países que tienen legislaciones divergentes. Ese trabajo va a ser muy largo y hay que ser muy honesto: hay un cambio porque se produjo un cambio en la sociedad. Hoy en día una parte de la sociedad civil reconoce que ese objeto no solamente es el valor económico sino es el valor identitario. Y eso es lo que estamos estudiando", concluye.
France 24
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