Lizajui, a los pies del Himalaya, es uno de los últimos pueblos donde se mantiene la tradición de los mosuo. Las familias de esta minoría del sudoeste de China están lideradas hace siglos por mujeres, las dape.
Los padres solo desempeñan un papel subordinado entre los mosuo, una etnia situada entre Sichuán y Yunnan. Si bien tienen hijos, no viven bajo el mismo techo. No existen los maridos. El hombre solo ve a su compañera de lecho por la noche y en la mañana vuelve a su casa.
Naka, de 18 años, se enfrenta a una difícil decisión: ¿está preparada para convertirse en la próxima dape, la cabeza de familia? ¿O se marchará a bailar en un grupo folclórico tal como sueña? La joven vive con tíos y tías de su familia materna, según la antigua costumbre. De acuerdo con la tradición, Naka tendría que pasar toda su vida allí. Su padre, que vive con su propia madre, no forma parte de la familia. Y como todas las parejas mosuo, los padres de Naka solo se ven por la noche.
Aquí la cabeza de familia es Erchema, la tía de Naka. La tía y toda la familia esperan que su sobrina sea la sucesora. Porque Naka es la última joven de su generación que queda en el pueblo. ¿Pero está preparada Naka para asumir esa responsabilidad? ¿O dejará la aldea para bailar en la zona turística que está surgiendo unos kilómetros más allá, en torno al lago Lugu? Quiere tomar su decisión en la mañana de Año Nuevo.
Naka consulta con Duma, que hace poco se enfrentó al mismo dilema: la amiga decidió seguir la tradición de los mosuo. No convive con su compañero de lecho y se prepara para convertirse en la dape de su familia. Por el contrario, la prima de Naka, Lamu, dejó el pueblo y ahora vive en la zona turística. Se casó, rompiendo así las reglas. En este contexto de tensión entre dos culturas, Naka finalmente toma una decisión.
DW
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