En la provincia panameña de Darién, un cementerio improvisado es el destino final de más de una docena de migrantes que intentó llegar a Estados Unidos en la última semana.
No hay placas ni familiares durante el entierro, la mayoría de los restos son enterrados en fosas comunes sin identificar. Fueron encontrados en la densa selva que se extiende en la frontera entre Panamá y Colombia. Una zona de condiciones extremas y llena de todo tipo de peligros.
Iseris Shily es un migrante haitiano que logró llegar a territorio panameño junto a su esposa, pero la selva le arrebató a su hijo tras un aborto espontáneo. La madre apenas sobrevivió los 4 días que estuvieron solos sin agua potable ni comida y ahora está hospitalizada. Por su parte, Shily dice estar traumatizado por la experiencia.
"Vi morir a unas seis personas delante de mí en el río", relata.
Pero a pesar de que la muerte acecha en el camino, los migrantes deciden atravesar Centroamérica. Para las autoridades panameñas es difícil verificar la identidad de los viajeros.
"Lamentablemente en estos casos tenemos una dificultad muy grande: no tenemos información. Porque estas personas son personas que están viajando de manera ilegal, muchos documentos están alterados. Por otra parte, tampoco tienen familiares que briden detalles sobre quién era esa persona", explica José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá, que agrega que, si es posible, su equipo toma las huellas dactilares de las víctimas, crea registros dentales e intenta determinar la causa de la muerte. "Toda esa información se introduce en una base de datos".
En lo que va de año, Panamá ha recuperado unos 50 cuerpos. Se calcula que al menos 90 000 migrantes, la mayoría haitianos, han hecho la misma travesía desde Colombia en 2021, por lo que se sospecha que decenas de cuerpos quedan aún por rescatar.
Euronews
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