EL DRAMATURGO BRITÁNICO MUERE A LOS 78 AÑOS
DPA
LONDRES.- Harold Pinter entretuvo, desafió y perturbó durante décadas a su público. El escritor falleció en Nochebuena a los 78 años a consecuencia de un cáncer de laringe que padecía hace años.
Cuando Pinter, distinguido en 2005 con el Nobel de Literatura, cumplió 70 años, se habló de él como "the angry old man" (el anciano enfadado). Su carácter fuerte y decidido fue una de las señas de identidad de uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX.
A nivel artístico, en los últimos años fue aumentando el silencio en torno al escritor, aquejado de un cáncer de laringe desde hacía seis años. Pero el espíritu de lucha siguió intacto en el autor liberal de izquierda, director de teatro y actor: una y otra vez atacó de forma vehemente la política de Irak del presidente estadounidense, George W. Bush, y del primer ministro británico, Tony Blair.
"Lo que hemos liberado es una resistencia cruel y persistente, violencia y caos", opinó sobre la guerra en Irak, en contra de la cual publicó en 2003 una colección de poemas antibélicos que llevó por nombre 'War' (Guerra).
"He escrito 29 obras de teatro. Creo que es suficiente", dijo hace tres años, cuando su voz ya se apagaba. Ya no le surgían como antes los grandes temas literarios, explicó.
Entre sus compatriotas, Pinter contaba con fama no sólo como dramaturgo, sino también como personalidad comprometida, además de ser un asiduo comensal en los restaurantes de renombre.
Y eso pese a que este socialista que se hizo rico no siempre fue apreciado por todos y causó numerosos escándalos. Pero el público siempre se reía con Pinter, sobre todo de ellos mismos, tal como constatan los críticos.
El autor reflexionó en sus obras sobre la vida cotidiana, la gente real, sus sentimientos y su lenguaje. En una de sus piezas más representada, 'Betrayal' (1978), habla con sencillos diálogos sobre su propia -y larga- crisis matrimonial con la actriz Vivien Merchant, con quien se casó en 1956. En 1980 obtuvieron el divorcio.
El recurso más habitual de Pinter consistía en interrumpir los diálogos con silencios misteriosos y pausas. También parece a veces inexplicable el comportamiento de los actores. Otros elementos de su estilo son las habitaciones pequeñas, los pocos personajes y las apariciones breves de extraños amenazantes.
Al inicio de su carrera, Pinter, que nació en el East End londinense de un padre sastre y judío, escribió 'La habitación' (1957). La historia se desarrolla en la humilde sala de la casa de una pareja de obreros.
En 'Celebration' Pinter retrató con ironía y humor una boda en un local de lujo londinense. El propio autor pertenecía a la 'high society' (alta sociedad) desde su boda con la historiadora Lady Antonia Fraser, en 1980.
La fama mundial le llegó a principios de los años 60 con 'El conserje' ('The Caretaker'), al que siguieron tres décadas en las que el escritor irritaba siempre al público con sus obras, logrando, sin embargo, grandes veladas de teatro.
Pasión, vigor moral, ironía, brillante retórica y humor negro dominaban sus diálogos con pausas. Un estilo que fue definido como 'pinteresque' (juego de palabras entre su apellido y 'pintoresque' [pintoresco]. No concebía escribir obras felices y sus referentes fueron Samuel Beckett, Franz Kafka y Ernest Hemingway.
Desde finales de los 80 participó en numerosos eventos políticos, como por ejemplo las protestas por los bombardeos de la OTAN contra Serbia, la Guerra del Golfo o a favor de los derechos de los kurdos.
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La controversia le acompañó también en su mundo literario. "Un insulto para la literatura mundial", opinaron algunos cuando ganó el Nobel en 2005. "Una correcta decisión", dijeron otros. El galardón hizo renacer el interés por su obra -que incluía guiones para cine y radio- en Reino Unido.
La enfermedad que le costó la vida en Nochebuena le impidió recoger el Nobel en Estocolmo, pero no subirse al escenario con 76 años en 2006 para interpretar en silla de ruedas un monólogo de Beckett. El Royal Court Theatre registró un lleno total.
Pinter se preocupó de que su legado cayera en buenas manos a la hora de su muerte. En 2007 vendió su archivo por 1,1 millones de libras (2,2 millones de dólares) a la Biblioteca Británica: alrededor de 150 cajas con manuscritos, cartas personales, programas y fotos, una colección de "incalculable valor", según indicó entonces su portavoz.
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