Las cuotas de género en los parlamentos latinoamericanos y los movimientos feministas vienen a contrarrestar la desigualdad cultural que existe en la sociedad. Dos expertas conversaron al respecto con DW.
En el siglo XX, Latinoamérica ha sido testigo de una larga lucha por el voto femenino y la participación activa de las mujeres en la política. Para la Dra. Lucía Miranda Leibe (FLACSO, Chile) y Carolina Guerrero Valencia (Instituto de estudios regionales de América Latina, GIGA, Hamburgo), aún existe una falta de visibilidad de las mujeres en la política debido a ciertos patrones culturales de la sociedad. Desde un ángulo científico, ambas trabajaron en el estudio titulado "La Política Siempre ha sido Cosa de Mujeres: Elecciones y Protagonistas en Chile y la Región", que presentaron en el Instituto Iberoamericano de Berlín. Según las investigadoras, las cuotas de género en el parlamento vienen a paliar esta desigualdad cultural en la sociedad. En diálogo con DW, ambas investigadoras analizan cómo está evolucionando la sociedad latinoamericana con respecto a la igualdad social entre hombres y mujeres.
DW: ¿Cómo comienza y llega a implementarse la cuota de género en Latinoamérica?
Lucía Miranda Leibe: Hay una tensión a la hora de abordar la representación política. Desde que se empieza a teorizar el parlamento se configura para representar a la ciudadanía. El primer paso para entender si ese parlamento está representando de manera coherente a esa ciudadanía, es abordarlo desde términos descriptivos. Entonces, en términos empíricos, un parlamente tendría que estar configurado de igual forma que la sociedad. Pero en la práctica, nos damos cuenta de que sistemáticamente la mujer quedaba en un segundo plano. Empezamos a darnos cuenta de que la ciudadanía no es algo que se da por sentado, que hay tensiones de género y que la sociedad se estructura con desigualdades entre dos partes de la población que la constituyen de manera más o menos equitativa. Entonces, las cuotas vienen a ser acciones afirmativas que responden a estas exclusiones sistemáticas que el sistema estaba haciendo donde, por cuestiones culturales, las mujeres no accedían a cargos de toma de decisión.
Carolina Guerrero: Esto comenzó en Argentina en el año 1991 y paulatinamente se fue extendiendo por toda Latinoamérica. Actualmente casi todos los países lo tienen.
¿Creen que con más mujeres en cargos de toma de decisión mejorarían las políticas de salud pública en torno a este tema?
LML: No porque se elijan mujeres hay políticas públicas pro-mujer. En sí, hay esa tensión. Podrías tener un parlamento que esté descriptivamente conformado de manera similar a cómo se conforma la sociedad, por ejemplo 50-50, pero eso no significa que las mujeres que están tomando las decisiones tiendan a apoyar o diseñar políticas públicas pro-mujer. Yo creo que la participación política no institucionalizada es la que empieza a tensionar y que por eso es positiva.
CG: De hecho, las mayores movilizaciones en torno al aborto tanto en Argentina como en Chile han salido desde la sociedad civil; desde los movimientos feministas en la calle que han logrado ser tema en la agenda pública. No es un tema que se haya puesto desde los representantes.
Lucía Miranda Leibe y Carolina Guerrero analizan la participación política de las mujeres en Latinoamérica.
¿Ha sido Chile un espejo del movimiento feminista de Argentina?
CG: Creo que más que un espejo es un efecto de contagio. Cuando ves una movilización que empieza a ser escuchada, uno, mirando su realidad, se pregunta: ¿por qué nosotros no? Si nosotras tenemos el mismo problema ¿por qué no salimos a la calle también?
¿Cuáles creen que hayan sido los factores que apoyaron el rápido desarrollo del movimiento feminista en Chile?
LML: Cuando empieza a haber distintas demandas y denuncias, como pueden ser el movimiento "#metoo" o el "yo te creo", de alguna manera, al ver que del otro lado de la cordillera miles de mujeres piden aborto legal gratuito y que se debate en el Congreso, te das cuenta de que se están dando cambios que puedes iniciar donde tú estás. (...) Creo que tiene que ver con una sintonía de los tiempos.
CG: Además, en Chile el feminismo es una parte de este despertar social que es algo mucho más complejo. Históricamente, la sociedad chilena está conformada todavía por instituciones fuertes y una sociedad civil débil. Después de la dictadura, vino como una luna de miel con volver a la democracia y dejaron de haber manifestaciones; partió de nuevo con la revolución pingüina, cuando los estudiantes salieron a la calle a pedir mejor educación. Y así salieron nuevos movimientos como "No más AFP" y ahora se suman las mujeres a este despertar social de Chile. No es algo aislado sino que es parte de un conjunto mucho más grande.
ARGENTINA Y LA BATALLA POLÍTICA SOBRE EL ABORTO
Ella (y solo ella) decide
La decisión sobre el cuerpo de una mujer solo puede tomarla ella misma. Ese es el principal argumento de quienes defienden la legalización del aborto. Para el movimiento feminista, que aún sea ilegal es una prueba de que no solo la sociedad es machista, sino que también las leyes lo son.
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Una cuestión de salud pública
"Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, proclama uno de los proyectos en discusión. Los abortos clandestinos provocan la muerte de multitud de mujeres que no tienen acceso a una atención sanitaria digna cuando toman la decisión de interrumpir voluntariamente su embarazo.
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Ilegal, es decir, clandestino
Amnistía Internacional calcula que, pese a ser estos ilegales, se realizan alrededor de 450.000 abortos anuales en Argentina. Su criminalización, por tanto, no evita que miles de mujeres acudan a métodos abortivos. Las feministas piden únicamente que quien quiera acudir a esta alternativa, pueda hacerlo sin poder en riesgo su vida.
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¿Cuándo empieza la vida?
Los colectivos antiabortistas dicen defender la "vida". Para ellos, el feto ya es un bebé, visión, a menudo, enraizada en una interpretación religiosa del universo. Su principal argumento es que el derecho a la vida del no nacido está por encima del derecho a la madre de decidir sobre su propio cuerpo.
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De "ni una menos" a "nadie menos"
Una de las grandes críticas feministas a estos grupos "provida" es que, según ellas, no les preocupa la vida de las mujeres. Muchos antiabortistas, sin embargo, creen que legalizar la interrupción voluntaria del embarazo haría aumentar la cifra de abortos, que para ellos son muertes provocadas de niños por nacer.
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