Dedicatoria de Neruda para García Márquez en una primera edición de 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada'. ALBERT GARCIA
Un empresario vende la colección más importante en manos privadas de documentos del poeta por un precio de salida de 650.000 euros. El lote incluye cartas, libros, fotos y manuscritos
La tinta es verde, como lo fue casi siempre, y la letra urgente, inclinada hacia la derecha. El destinatario de la dedicatoria, un futuro Nobel como acababa de serlo él entonces, Gabriel García Márquez: “Querido amigo, con mis felicitaciones por este 'hallazgo' de hace casi 50 años y que ni yo tengo. Te abraza, Pablo Neruda. 1971. París”. Efectivamente, ni al escritor chileno le queda ya un solo ejemplar de la primera edición de su mítico Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de 1924, publicada por Nascimento. Además, el poema número 2, en la página 5, está cargado de correcciones manuscritas (sí, claro, en verde)... Una joya, pero sólo una de las 603 que conforman el excepcional lote que el 19 de marzo saldrá a la venta en la casa de subastas La Suite de Barcelona con libros, manuscritos y documentos profesionales y personales de Neruda. Un único lote con un precio de salida a la altura de su contenido: 650.000 euros. Todo inusual por estas latitudes literarias.
“Es una cueva de Alí Babá de papel”, la califica el crítico de arte Juan Manuel Bonet, incansable a la hora de recitar contenidos irrepetibles entre los 21 poemas manuscritos, 91 primeras ediciones (50 de ellas con dedicatoria y/o autógrafo), un centenar de fotografías y 89 cartas, amén de catálogos, revistas y hasta 42 vinilos. Un tesoro que ahora emerge tras 25 años de apasionado coleccionismo del empresario bodeguero riojano Santiago Vivanco. Entre lo que los expertos califican de la más importante documentación sobre Neruda en manos privadas hay, por supuesto, una primera edición de Crepusculario (1923), poemario inaugural nerudiano. También una edición de Residencia en la tierra, de 1931, de solo 100 ejemplares, o una colección íntegra, rarísima, de los cuatro números de la revista Caballo verde para la poesía (1935), que dirigió.
Dos aguafuertes
Fotografía de Pablo Neruda de 1923, otra de las piezas de la subasta.
De los lazos del escritor con la Guerra Civil sobresale el libro bélico España en el corazón (1937), con impactantes fotomontajes de Pedro Olmos, ejemplar embellecido por la dedicatoria autógrafa a la actriz Margarita Xirgu. Más sobrecogedora, por el dramático final en una prisión fascista del autor de las líneas, es la nota manuscrita en un papel marrón que el poeta Miguel Hernández envía en 1938 a Neruda: “Iremos Vicente [Aleixandre], Antonillo [Aparicio] y yo a tu tierra triste y hermosa. Tenemos que ir, y descansaremos de esta lucha, y respiraremos el aire que nos hace falta”. Los amantes de lo gráfico pueden deleitarse con dos aguafuertes de Miró que ilustran el libro del artista El sobreviviente visita los pájaros, o un ejemplar de la edición mexicana de 1950 del Canto general, a cargo del pintor Miguel Prieto, con guardas diseñadas por Diego Rivera y Siqueiros. O, ya puestos con la famosa tinta verde, con un caligrama para la cantante Violeta Parra, de 1966, donde Neruda traza un ojo y un bello violín.
El lote permite seguir la trayectoria literaria, pero también vital, de Neruda, como muestra la correspondencia con su hermana Laura o con sus esposas Maria Antonieta Hagenaar y Delia del Carril; o su carné del Frente de Acción Popular, de 1963, constatación de su fuerte compromiso político (“me hice comunista cuando la Guerra Civil española”, escribirá en sus memorias), que le llevó a participar en 1970 en la campaña presidencial de Salvador Allende, a quien dedica un par de libros en raras ediciones presentes en el lote.
“Como joven enamoradizo que escribía versos, cuando no me salían recurría a Neruda porque contaba el amor en positivo; con los años, me fui enamorando más de la persona que de la obra”, aseguraba ayer en la presentación de la subasta Vivanco, que confesó que lloró desconsoladamente cuando visitó Isla Negra (donde está enterrado el poeta) y que le puso a su hija el nombre de Marina en homenaje a la del escritor (Malva Marina, fallecida en 1942). “Ya no puedo dar más para esta colección; se trata de que una gran biblioteca pública o privada recoja el testigo y pueda ampliarla, exponerla y facilitar la labor de los investigadores”, argumenta para justificar desprenderse ahora de ella.
Con esa voluntad, Vivanco (nacido en 1973, el año de la muerte de Neruda) impuso que su colección salga a subasta en un único lote, y descarta que un futuro comprador la quiera para revenderla por partes. “Quien hace un esfuerzo económico así no creo que lo trocee”, asegura.
A pesar de ello, admite que no la ha ofrecido a una institución pública, si bien reconoce a este diario que “la embajada chilena está informada de la subasta” y que mantiene “buenos contactos” con la Biblioteca Nacional de España. En este caso, dice, es consciente de que el precio es alto y de que “estamos hablando, además, de un autor chileno”. Fuentes de la Biblioteca Nacional afirmaron a este diario que no tenían constancia de la subasta, pero estudiarían, aunque admitían su elevado precio, más asequible para firmas o universidades norteamericanas. A esa posibilidad se suma que el material no está sujeto a protección patrimonial que impida su salida de España. La puja se podrá hacer por Internet y en tiempo real.
Vivanco, que también promueve una pinacoteca en su Museo del Vino, en Briones, descartó la donación. “El esfuerzo económico ha sido enorme y quiero seguir haciendo crecer mi biblioteca personal”, donde florece un fondo de Jorge Luis Borges. De Neruda se ha quedado con solo “un pasaporte y algunas ediciones dedicadas menores”.
LA BIZNIETA DE LA AMANTE DEL NOBEL
Santiago Vivanco ha recorrido medio mundo adquiriendo piezas de Pablo Neruda, pero una de las que más le gusta, una primera edición de Residencia en la tierra, la tenía casi al lado de casa. “Me contaron que una niña de una escuela de Logroño dijo en clase que su bisabuela había sido amante de Neruda y seguí la pista”. La joven, efectivamente, era pariente de Olga Margarita Burgos, primera odontóloga chilena, amante del poeta, quien la agasajó con locura. Otras dos joyas del lote a subastar son tanto una carta a ella que lleva por obsesiva cenefa “escribeescribeescribe” como una foto del poeta de 1933, tocado con sombrero, donde apunta a modo de dedicatoria: “A la boca de Olga, a la piel de Olga, al corazón de Olga”, casi fragmentos literales de la carta. Propietaria la familia de una buena relación de primeras ediciones y misivas, gran parte de ellas recayeron finalmente en el convincente coleccionista que, de manera inusual, no se ocultó como vendedor del tesoro literario del Nobel de 1971.
Carles Geli
El País
El País
Comments