Investigadores del clima suelen trabajar en condiciones extremas en los lugares más remotos. La comunidad científica recoge datos sobre el cambio climático entre los glaciares alpinos, en el árido norte del Ártico o en los cálidos trópicos.
El archipiélago ártico se considera el mayor "laboratorio" del mundo para la investigación del Ártico. En el archipiélago noruego viven más de 3.000 osos polares y cerca de 2.000 personas. Annett Bartsch se ha especializado en la observación y el estudio de zonas de permafrost. Poco se sabe del permafrost, pero sí que retrocede con el cambio climático. Además, cuando se derrite, puede liberar metano, un poderoso gas de efecto invernadero que está atrapado en el suelo congelado. El glaciólogo Anton Neureiter lleva a cabo una gran variedad de mediciones entre grietas, en todas las condiciones meteorológicas. Los gigantes de hielo han ido retrocediendo cada vez más rápido. El deshielo es a la vez resultado y cómplice del cambio climático. Menos hielo significa más agua y el agua puede a su vez absorber más radiación, señala Anton Neureiter.
Anton Weissenhofer investiga en la selva costarricense en busca de semillas y plantas jóvenes. Su proyecto se centra en la reforestación de zonas protegidas. El objetivo es preservar la biodiversidad de la región mediante la selección idóneas de árboles y fijar el CO2 de la forma más ecológica posible. Sus hallazgos son la base para crear corredores biológicos.
Los descubrimientos científicos son claves para entender las conexiones y para un debate orientado a la búsqueda de soluciones, especialmente cuando se trata del sensible y complejo sistema del "clima". Los tres investigadores coinciden en que la crisis climática no puede resolverse sólo con datos. Porque los datos deben ir seguidos de la acción.
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