No podemos ver su rostro, pero la voz de François nos acompaña a través de miles de kilómetros, desde Camerún, su tierra natal, hasta Túnez, el país desde el que intentó llegar a Europa en un cayuco. Su relato se remonta a septiembre de 2023. François, de 38 años y un apasionado por la música, viajaba en una barcaza con dirección a la isla italiana de Lampedusa con otros 30 migrantes, entre ellos su esposa y el hijo de ella. En el camino, fueron interceptados y detenidos por la Guardia Nacional Marítima de Túnez para llevarlos de vuelta a la costa. Era el inicio de un periplo lleno de inanición, abusos y violencia.
Una investigación de EL PAÍS, con Lighthouse Reports y un consorcio de medios internacionales, publicada este martes, ha documentado de la forma más exhaustiva hasta la fecha cómo la Unión Europea financia estas operaciones en Marruecos, Mauritania y Túnez para desincentivar la llegada de migrantes al Viejo Continente. François —que no da su apellido por seguridad— relata cómo las autoridades tunecinas lo abandonaron a él y otras decenas de migrantes en el desierto a su suerte, con el fin de disuadirlos de intentar un nuevo trayecto hacia Europa. Su historia ilustra un fenómeno de sobra conocido en Bruselas, pese a las violaciones de los derechos de decenas de miles de migrantes, en su mayoría del África subsahari
Comments