El explorador Roald Amundsen, en 1916. Imagen: Ludwik Szacinski. Fuente: Wikimedia Commons.
Una conferencia en el Museo de la Ciencia de Valladolid recuerda al explorador noruego, que marcó varios hitos en la aventura científica
Roald Amundsen, el primer explorador profesional de la historia, es el protagonista hoy de una conferencia en el Museo de la Ciencia de Valladolid, con motivo de la exposición que sobre su carrera realiza la entidad pucelana. El físico y divulgador Javier Cacho recuerda varios de los hitos que marcó el noruego, como ser el primero en alcanzar el polo Sur o en demostrar que el polo norte magnético se mueve.
Roald Amundsen fue uno de los pioneros en explorar las regiones polares. Nacido en 1872 en una pequeña granja al sureste de Noruega, a lo largo de su vida cosechó diversos hitos que le hicieron un hueco en la historia: fue el primero en surcar el paso del noroeste (la ruta marítima que bordea el norte de Norteamérica, atraviesa el Ártico y conecta los océanos Atlántico y Pacífico) en un único barco, el primero en alcanzar el Polo Sur, en volar a la latitud 88º norte o en elevarse por encima del océano Ártico.
De todas estas hazañas y de su controvertido carácter ha hablado en el Museo de la Ciencia de Valladolid el físico y divulgador Javier Cacho, investigador del Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA).
En declaraciones a DiCYT (la Agencia de Noticias de Ciencia de la Universidad de Salamanca), Javier Cacho subraya que Amundsen no solo fue un pionero, “fue el gran explorador de la época ya que nadie tiene el palmarés de logros que él consiguió: abrir el paso del noroeste, alcanzar el Polo Sur o ser el primero en sobrevolar el Polo Norte”.
Durante su conferencia, que tendrá lugar hoy a las 19 horas, Cacho no solo hablará de su faceta como explorador, sino que se acercará a la persona. “Las personas tenemos nuestros claroscuros. Es lo que nos hace humanos, Amundsen a veces se equivocó y no hizo cosas excesivamente correctas, y me gustaría dar una visión más humana del explorador”, señala.
Como aspectos positivos, Cacho destaca que en toda su vida Amundsen “no se apartó ni un ápice de la decisión que tomó, ser explorador, no como la mayoría de nosotros que cambiamos de opinión muchas veces”. A su juicio, tomó esa decisión y fue “consecuente” con ella, hasta convertirse en el primer explorador profesional de la historia.
“Mientras que hasta ese momento las expediciones eran amateur, no se preparaban, Amundsen tenía todo perfectamente calculado. Se preparaba físicamente, se formó como esquiador, aprendió de los esquimales, los grandes maestros en sobrevivir en condiciones de frío, y la mejor forma de transporte por las zonas polares, los trineos tirados por perros”. Hasta tal punto llegaba su obsesión, asegura, que a los ocho años “dormía con la ventana abierta para aclimatarse al frío”, o en el suelo “porque pensaba que en su vida tendría que dormir en una tienda de campaña”.
Nunca llevaba médicos
No obstante, esta ambición llegó a ser desmedida. “Quería ser un gran explorador y pasar a la historia una y otra vez. Cuando preparaba su expedición al Polo Norte y se enteró de que ya había sido conquistado, decidió ir al Polo Sur, en contra de todos los que le habían dado dinero y soporte”.
En algunos casos, añade, esta codicia le llevó a ser “cruel”, como con uno de sus colaboradores en la expedición al Polo Sur. “Se trataba de un gran explorador, tan bueno o mejor que él en cuanto a persona habituada a fríos polares, y en un momento determinado le destituyó básicamente porque no quería competencia, no quería a nadie que pudiese amenazar su liderazgo”.
Por esta misma razón, afirma Cacho, “nunca llevaba médicos a las expediciones”, pese a que en su primera incursión al paso del noroeste perdió a uno de sus colaboradores.
En declaraciones a DiCYT (la Agencia de Noticias de Ciencia de la Universidad de Salamanca), Javier Cacho subraya que Amundsen no solo fue un pionero, “fue el gran explorador de la época ya que nadie tiene el palmarés de logros que él consiguió: abrir el paso del noroeste, alcanzar el Polo Sur o ser el primero en sobrevolar el Polo Norte”.
Durante su conferencia, que tendrá lugar hoy a las 19 horas, Cacho no solo hablará de su faceta como explorador, sino que se acercará a la persona. “Las personas tenemos nuestros claroscuros. Es lo que nos hace humanos, Amundsen a veces se equivocó y no hizo cosas excesivamente correctas, y me gustaría dar una visión más humana del explorador”, señala.
Como aspectos positivos, Cacho destaca que en toda su vida Amundsen “no se apartó ni un ápice de la decisión que tomó, ser explorador, no como la mayoría de nosotros que cambiamos de opinión muchas veces”. A su juicio, tomó esa decisión y fue “consecuente” con ella, hasta convertirse en el primer explorador profesional de la historia.
“Mientras que hasta ese momento las expediciones eran amateur, no se preparaban, Amundsen tenía todo perfectamente calculado. Se preparaba físicamente, se formó como esquiador, aprendió de los esquimales, los grandes maestros en sobrevivir en condiciones de frío, y la mejor forma de transporte por las zonas polares, los trineos tirados por perros”. Hasta tal punto llegaba su obsesión, asegura, que a los ocho años “dormía con la ventana abierta para aclimatarse al frío”, o en el suelo “porque pensaba que en su vida tendría que dormir en una tienda de campaña”.
Nunca llevaba médicos
No obstante, esta ambición llegó a ser desmedida. “Quería ser un gran explorador y pasar a la historia una y otra vez. Cuando preparaba su expedición al Polo Norte y se enteró de que ya había sido conquistado, decidió ir al Polo Sur, en contra de todos los que le habían dado dinero y soporte”.
En algunos casos, añade, esta codicia le llevó a ser “cruel”, como con uno de sus colaboradores en la expedición al Polo Sur. “Se trataba de un gran explorador, tan bueno o mejor que él en cuanto a persona habituada a fríos polares, y en un momento determinado le destituyó básicamente porque no quería competencia, no quería a nadie que pudiese amenazar su liderazgo”.
Por esta misma razón, afirma Cacho, “nunca llevaba médicos a las expediciones”, pese a que en su primera incursión al paso del noroeste perdió a uno de sus colaboradores.
Javier Cacho, en la Antártida en 2006. Fuente: www.javiercacho.com.
Contribución a la ciencia
En cuanto a la contribución de estos primeros exploradores a la ciencia, el científico considera que Amudsen hizo un importante trabajo de exploración en el paso del noroeste, buscando el polo norte magnético, que solo había sido hallado una vez 80 años antes.
“Él lo localizó y fue la primera demostración de que el polo norte magnético se mueve. Los científicos intuían que sí y el encontró este polo en un punto distinto al que se había encontrado anteriormente, demostrando este movimiento”, recuerda. Asimismo, más que las contribuciones al ámbito científico Javier Cacho destaca las contribuciones en otros ámbitos.
“Lo que más nos ha ayudado es la forma de preparar las cosas, Amundsen era un ejemplo de meticulosidad, y en el caso de las expediciones polares esto es muy importante si cometes un error te puede costar un disgusto muy serio”, concluye.
La charla de Javier Cacho está asociada a la exposición Memoria Helada. Roald Amundsen, ubicada en la Sala L/90º del Museo de la Ciencia de Valladolid hasta el 3 de marzo.
Cacho, miembro de la primera expedición científica española a la Antártida en 1986, ha participado en varias campañas de investigación como jefe de la base antártica española Juan Carlos I. Durante años, fue miembro de la Comisión Nacional de Investigación Espacial (CONIE), y realizó en los años 80 investigaciones relacionadas con el estudio de la capa de ozono, fruto de las cuales es su libro Antártida: el agujero de ozono (1989).
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En cuanto a la contribución de estos primeros exploradores a la ciencia, el científico considera que Amudsen hizo un importante trabajo de exploración en el paso del noroeste, buscando el polo norte magnético, que solo había sido hallado una vez 80 años antes.
“Él lo localizó y fue la primera demostración de que el polo norte magnético se mueve. Los científicos intuían que sí y el encontró este polo en un punto distinto al que se había encontrado anteriormente, demostrando este movimiento”, recuerda. Asimismo, más que las contribuciones al ámbito científico Javier Cacho destaca las contribuciones en otros ámbitos.
“Lo que más nos ha ayudado es la forma de preparar las cosas, Amundsen era un ejemplo de meticulosidad, y en el caso de las expediciones polares esto es muy importante si cometes un error te puede costar un disgusto muy serio”, concluye.
La charla de Javier Cacho está asociada a la exposición Memoria Helada. Roald Amundsen, ubicada en la Sala L/90º del Museo de la Ciencia de Valladolid hasta el 3 de marzo.
Cacho, miembro de la primera expedición científica española a la Antártida en 1986, ha participado en varias campañas de investigación como jefe de la base antártica española Juan Carlos I. Durante años, fue miembro de la Comisión Nacional de Investigación Espacial (CONIE), y realizó en los años 80 investigaciones relacionadas con el estudio de la capa de ozono, fruto de las cuales es su libro Antártida: el agujero de ozono (1989).
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