Santa María (Brasil), 29 ene (EFE).- La ciudad brasileña de Santa María sepultó hoy a cerca de la mitad de las víctimas del incendio de la discoteca Kiss, en la que el domingo murieron 231 jóvenes, mientras que la policía detuvo a cuatro personas investigadas por la peor tragedia de su tipo en los últimos cincuenta años en Brasil.
Los habitantes de esta ciudad de 261.00 habitantes en el sur de Brasil se despidieron, en un ambiente de conmoción e indignación, de parte de una generación, ya que casi todas las víctimas eran jóvenes estudiantes con 20 años de edad en promedio.
Las desgarradoras escenas de decenas de padres sepultando a sus hijos y de procesiones silenciosas de féretros se repitieron a lo largo del día en el Cementerio Ecuménico Municipal y en el Parque Jardín Santa Rita, así como en algunas ciudades vecinas.
A las conmovedoras despedidas también acudieron cientos de amigos y compañeros de los estudiantes, en una ciudad que se destaca por ser un polo universitario y en la que muchos habitantes tenían a un familiar, amigo o conocido, para darle hoy el adiós definitivo.
El incendio en la discoteca de Brasil fue provocado por una bengala barata
"Justicia". Es lo que reclaman los cientos de manifestantes que han salido a las calles de la localidad brasileña de Santa María tras la tragedia en la discoteca que acabó con la vida de 234 personas.
El accidente no fue por casualidad. Fue más bien provocado por la irresponsabilidad y agravado por una cadena de despropósitos.
"La gente que compró este material sabía que era para uso externo y no para ser utilizado dentro, pero lo usaron porque era más barato, porque los que son de interior suelen costar unos 26 euros y estos cuestan poco más de 4 euros.
El grupo de música suele usar este tipo de material. Siempre lo ha hecho", decía el inspector de policía Marcelo Arigoni.
Según las últimas investigaciones, el líder de la banda que estaba animando la fiesta estudiantil lanzó una bengala barata y provocó el incendio.
El fuego se convirtió rápidamente en tragedia ya que ni la sala estaba correctamente iluminada, ni sus muros tenían protección anti-incendios, ni los extintores funcionaban y, como suele ser habitual, parece que había mucha más gente de la permitida.
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