La ciudad brasileña de Santa María sepultó a cerca de la mitad de las víctimas del incendio de la discoteca Kiss, en la que el domingo murieron 231 jóvenes, mientras que la policía detuvo a cuatro personas investigadas por la peor tragedia de su tipo en los últimos cincuenta años en Brasil.
Los habitantes de esta ciudad de 261.00 habitantes en el sur de Brasil se despidieron, en un ambiente de conmoción e indignación, de parte de una generación, ya que casi todas las víctimas eran jóvenes estudiantes con 20 años de edad en promedio
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