Revista Digital: "Esto no es Afganistán": mujeres protestan en redes contra vestuario oscuro impuesto por talibanes
"Uno no ve esto ni en las aldeas más conservadoras de Afganistán"
Esta campaña nació como respuesta a lo que parecía ser mujeres vestidas como nunca antes se había visto en ese país, y que protestaban en apoyo a los insurgentes en una universidad de Kabul.
En Internet se sugirió que habían sido obligadas a hacerlo, mientras que otros especularon que en realidad, se trataba de hombres disfrazados ya que llevaban guantes y burkas negros en lugar de los clásicos tonos azules.
Muchas mujeres afganas alrededor del mundo buscaron la forma de aclarar que estos atuendos no las representaban. Bahar Jalali, una historiadora que nació en ese país pero que creció en Estados Unidos, fue la primera en publicar una fotografía suya usando el tradicional vestido de colores, y no se imaginó que pudiera tener este alcance.
"Vi las imágenes en la universidad de Kabul de estas mujeres pro Talibán, usando algo que nunca he visto en Afganistán, que nadie ha visto. Todas cubiertas de negro y con guantes, era algo que no es afgano. Uno no ve esto ni en las aldeas más conservadoras de Afganistán, y mi preocupación era 'no quiero que el mundo piense que esta es la cara de la cultura afgana", dijo a France 24.
Jalali considera que las redes sociales e Internet pueden ser herramientas poderosas para la resistencia cultural. "Estos vestidos coloridos que viste, son mucho más que una pieza de moda. Es un movimiento de resistencia", agregó.
Los velos del mundo musulmán
Y es que solo basta hacer una búsqueda en Google Imágenes bajo el nombre de "ropa afgana" para encontrarse con un sinnúmero de diseños coloridos, y ni un solo burka.
La razón por la cual este velo islámico se ha asociado con la cultura afgana es porque fue obligatorio durante el primer régimen Talibán entre 1996 y 2001, pero es el menos común en el mundo musulmán. Esta prenda, que deja solo una rejilla en la parte de los ojos, suele confundirse con el niqab, que tiene una abertura para la vista, o el chador, que cubre todo el cuerpo excepto el rostro.
Pero ahora el niqab y la abaya serán requisitos para que las mujeres puedan asistir a clases universitarias. Por eso este movimiento en línea es también una protesta contra los nuevos códigos de vestuario exigidos a las estudiantes afganas.
Bajo el numeral #DoNotTouchMyClothes, que podría traducirse como "no toquen nuestra ropa", las usuarias rechazaron las nuevas medidas. En las aulas de clases, las mujeres, además, estarán segregadas de los hombres, o al menos separadas por una cortina. Solo el pasado mes de agosto las clases eran mixtas y nadie estaba obligado a vestirse de determinada manera. Así lo recuerda Bahar Jalali, quien enseñó en la Universidad Estadounidense de Afganistán y allí fundó el primer programa de estudios de género.
"En los últimos 20 años Afganistán se estaba convirtiendo en una sociedad abierta y tolerante. Hombres y mujeres iban a universidades juntos. Lo que estamos presenciando es una revocación de todas esas reformas. Es realmente serio y muy alarmante. Queremos decir que esta no es Afganistán. Durante siglos tuvimos gobiernos que promovieron modernización, promovieron tolerancia. El talibán no es afgano, no representan la cultura afgana y no son aceptados por los afganos", mencionó.
Para ella, "los talibanes están cometiendo genocidio cultural, están atacando nuestra identidad, nuestros paisajes, nuestra historia, nuestra herencia".
El mundo teme que Afganistán regrese a los días oscuros
Los talibanes prometieron respetar los derechos de las mujeres durante su nuevo dominio, pero dijeron que lo harían dentro de la ley islámica o Sharia, una especie de código de conducta para los musulmanes, y al que los talibanes le han dado una estricta interpretación.
Desde que tomaron control del país en 1996 y hasta que fueron derrocados por Estados Unidos en 2001, los derechos de las mujeres se vieron severamente restringidos. Bajo esta ley no podían estudiar, trabajar, salir sin un acompañante masculino de su familia, hablar ni reírse en voz alta o dejar ver su rostro.
De incumplir estas normas eran castigadas con azotes o lapidaciones, lo que ha generado preocupación en la comunidad internacional por la forma en que los insurgentes puedan volver a aplicar esta ley.
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