Iniciando el contacto recordando a René Magritte, con imágenes y frases de este destacado pintor surrealista, que nació en un día como hoy, pero del año 1898
La traición de las imágenes
¿Es o no es esto una pipa? Magritte nos obliga a ejercitar un poco la cabeza.
Título original: La trahison des images
Museo: Museo de Arte del Condado de los Ängeles (LACMA), Los Ängeles (Estados Unidos)
Técnica: Öleo ( 63 x 93 cm.)
Escrito por: Fulwood Lampkin, crítico de arte
Conocido como Ceci n’est pas une pipe (Esto no es una pipa), este cuadro de René Magritte se podría calificar como precursor del arte conceptual.
¿Por qué Magritte niega lo evidente? En el cuadro vemos exactamente lo que la inscripción nos está negando: ni más ni menos que una pipa.
Pues porque lo cierto es que esto no es una pipa, amigos… sino la representación de una pipa. Es óleo sobre un lienzo situado estratégicamente para simular algo.
Magritte nos viene a decir qué si no es por la inscripción, el cuadro sería una simple pipa, pero al negarlo con palabras nos hace cuestionarnos la realidad, la representación y el lenguaje.
La famosa pipa. ¡Cómo me reprochó la gente por ello! Y sin embargo, ¿podría usted rellenarla? No, claro, es una mera representación. ¡Si hubiera escrito en el cuadro «Esto es una pipa», habría estado mintiendo!
Esta pipa del surrealista no puede fumarse. El artista pone de manifiesto el abismo que la separa de la realidad visible, justamente el ámbito en el que habita la pintura. Nos dice claramente que toda representación pictórica (incluso fotográfica) se halla definitivamente separada de la realidad.
De hecho, las propias palabras también son un engaño, en la medida que representan algo.
Magritte… Ya lo dijo una vez: «Mi propósito al pintar es hacer visible el pensamiento».
Sobre el surrealismo dijo:
El surrealismo es revolucionario ya que es enemigo irreductible de todos los valores ideológicos burgueses que retienen al mundo en las horribles condiciones actuales.
René Magritte
(Lessines, Bélgica, 1898 - Bruselas, 1967) Pintor belga. Durante un primer período la obra de Magritte estuvo fuertemente influida por la figura de Giorgio de Chirico y por la atmósfera misteriosa de sus pinturas. Más tarde entró en contacto con la vanguardia parisina del momento, presidida por André Breton, y comenzó a desarrollar un surrealismo que iría evolucionando con los años hacia un estilo muy personal, cuyos símbolos giran con frecuencia alrededor de la relación entre el lenguaje y sus objetos.
Contrario ya al automatismo, su pintura se hizo reflexiva y minuciosa, y se caracterizó sobre todo por la asociación de elementos disímiles entre los que establece ingeniosas analogías o nexos insólitos y disparatados, pero convincentes dentro de la realidad pictórica. Así, sus referencias se van haciendo cada vez más intelectualizadas, hasta el punto de que muchas de sus obras deben leerse en relación con las tesis del estructuralismo. Son habituales en sus cuadros los juegos de duplicaciones, ausencias y representaciones dentro de representaciones.
Los cuadros de Magritte no son revelaciones oníricas ni jeroglíficos cuyo sentido hay que descifrar. Obras como Tiempo pasado (1939, Art Institute, Chicago) no ilustran nada en concreto; en ella no hay nada más que la magia de una locomotora suspendida en una chimenea que actúa como túnel. Igualmente fantástica es la noche de oscuridad impenetrable que rodea una casa recortada contra un cielo misteriosamente luminoso en El imperio de la luz (1953-1954, Colección Peggy Guggenheim, Venecia). No hay otro enigma en Los amantes (1928, Colección privada, Nueva York) que el de sus rostros desconocidos, aludiendo quizá a la imposibilidad de saber quién es el otro. Magritte manipula imágenes cotidianas como un juego con el que quiere devolvernos la frescura de la mirada.
En cuadros como Esto no es una pipa (1928) muestra el equívoco que subyace en la formulación de la pintura como representación de la realidad, y evidencia el décalage entre el lenguaje y la cosa que designa poniendo en cuestión la equivalencia entre la palabra y la imagen, y entre ésta y el objeto. La breve emoción de este descubrimiento es lo que Magritte nos ofrece como maravilloso, porque para la construcción de lo fantástico no hacen falta grandes alardes imaginativos; basta con la violación de las leyes que rigen el orden común poético de las cosas, con cuestionar la solidez de los principios, siempre convencionales y estereotipados, sobre los que construimos nuestra existencia cotidiana.
Magritte parodió además en ocasiones cuadros célebres, creando de los mismos una especie de versión surrealista. Un conocido ejemplo es Madame Récamier de David (1949, colección privada), en el que copió el conocido retrato de Jacques Louis David substituyendo a la señora Récamier por un ataúd colocado en su misma pose. Otros cuadros famosos suyos son La llave de los campos (1936), Los compañeros del miedo (1942) y El hijo del hombre (1964).
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