Camellos frente al parlamento húngaro, una estampa inusual, aunque puede que no por mucho tiempo. Según grupos ecologistas locales, en unas décadas gran parte de Hungría podría convertirse en un desierto si el Gobierno no cambia radicalmente su estrategia climática.
De hecho, no faltan señales de alarma. El 40% del lago Velence se ha secado, la región de Kis-Kunság, donde hay una reserva de la biosfera, ha sido declarada semidesierta, y el turístico Lago Balatón pierde por evaporación una cuarta parte más del agua que recibe. Sin embargo, afirman las formaciones ecologistas, el Gobierno húngaro sigue de brazos cruzados sin hacer lo necesario para conservar los recursos hídricos del país.
"Los árboles están muriendo, sólo sobreviven las hierbas muy resistentes. Pronto sólo se verán dunas de pura arena arcillosa y vegetación seca junto a la carretera", explica Bagatur Subotáj - portavoz, Movimiento Guerrilla Verde.
Mientras los camellos prueban la hierba que aún crece en "la tierra prometida", Grupos como el Movimiento Guerrillero Verde insisten en que aún se está a tiempo de evitar este escenario apocalítico.
Euronews
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