"Mediterráneo" sigue siendo el himno de su generación.
Para quienes vivieron su juventud en la mítica década de los 60 el nombre de Joan Manuel Serrat no les puede ser ajeno. Porque muchas de sus canciones –cerca de quinientas- forman parte de esa "memoria sentimental de los españoles", tantas veces recordadas.
Cuando él comenzó a componer, a cantar formando parte de aquellos denominados cantautores, destacó en seguida huyendo del panfleto, las consignas reivindicativas de tipo político-social. Envolvía sus textos en un atractivo celofán literario, donde cabía desde luego la crítica. Y también el relato costumbrista, la poesía en las cosas cotidianas: historias entrañables y llenas de ternura. Este 27 de diciembre cumple setenta años.
Nació en Barcelona. Su padre, catalán, trabajaba en la compañía del Gas. Su madre, aragonesa, ama de casa. "Soy lo que en Cataluña se conoce como un charnego, un mestizo que, en mi caso, no heredó ni la prudencia del seny catalán ni la reciedumbre aragonesa, pero que de manera natural se educó en la comprensión de la diversidad y la tolerancia de lo distinto". Quiso ser tornero fresador y perito agrícola. Abandonó la Universidad en tercero de Biológicas, cuando eligió la canción como medio de vida. "Desde niño me gustó cantar… Con mi madre, cuando la ayudaba a hacer las camas… Cantábamos las canciones de moda que emitían por la radio de la Piquer y Juanito Valderrama, los boleros de Machín, los cuplés de Lilián de Celis, las romanzas de zarzuelas".
Hay un dato que no aparece en algunas de sus biografías: y es que formó un grupo con tres amigos (Jordi, Manel y Joaquím), que animaban los bailes domingueros de El Pinar, un local de su barrio, y los "Pasos del Ecuador" de la Facultad de Letras para que las chicas les hicieran caso, mientras remedaban los éxitos de la época: "Twist and Shout", "Ma vie"… Luego, Joan Manuel comenzó a componer canciones con su guitarra.
Animado por sus compañeros acudió a una cita en Radio Barcelona, al programa de Salvador Escamilla, Radioscope, de gran audiencia. Y volvió varias veces. "Fue mi trampolín de salida". De donde pasó a integrarse en Els setze jutges (Los dieciséis jueces), nombre que proviene de un trabalenguas catalán. El grupo fue el que impulsó un movimiento musical conocido como "la nova cançó". Joan Manuel dio su primer concierto en Esplugues de Llobregat en mayo de 1965. "Subíamos al tablado, cada quien con su silla y sus canciones. Era como cantar en el salón de casa para una reunión de amigos". Repitió la experiencia en la Capilla Francesa de Barcelona. No estuvo mucho tiempo con aquel grupo, del que sobresalieron Pí de la Serra, Guillermina Motta, María del Mar Bonet, Lluís Llach y Raimon.
Los primeros discos de Serrat aparecieron en ese citado año. Todas sus canciones hasta 1968 estaban escritas en catalán. Temas de una gran belleza que, desgraciadamente, al principio apenas tuvieron repercusión en el resto de España: "Ella en deixa", "El mocador", "El drapaire", "La mort de l´avi", "Cancó de bressol", "La tieta" y sobretodo, tres que han resistido el paso del tiempo: "Cançó de matinada" , "Ara que tinc vint anys" y "Paraules de amor". Joan Manuel, al fin y al cabo bilingüe, quería estrenarse también en castellano. Ello le traería problemas en algunos sectores del nacionalismo catalán.
En 1967 viajó a Madrid como invitado de El Gran Musical, entonces el programa radiofónico juvenil de mayor audiencia, donde interpretó tres temas. Cuando inició su "Cançó de bressol" con una introducción en castellano ("Por la mañana, rocío…") parte de los asistentes prorrumpieron en carcajadas, de modo irrespetuoso y sin venir a cuento. El cantautor catalán regresó algo mohíno y entristecido a Barcelona. Pero sus temores se irían disipando cuando grabó su primer disco en castellano: "El titiritero" y "Poema de amor"
Curioso es recordar que el primero de esos títulos pudo haber sido elegido para que TVE concurriera al Festival de Eurovisión de l968, pero en su lugar sería designado "La,la,la", del Dúo Dinámico, aunque el intérprete elegido fue Serrat. Lo conocí por entonces. Sencillo, cortés, sin atisbos de vanidad y distinto en su manera de expresarse a muchos de sus colegas.
Luego vendría su nunca bien explicada del todo espantada al verse presionado por los nacionalistas más radicales, que le conminaron a anunciar que no iría al Eurofestival si no le dejaban cantar en catalán. Fueron tiempos difíciles para Joan Manuel, que ya venía arrastrando la hostilidad del público cuando en sus actuaciones por España interpretaba algunas de sus composiciones en su segunda lengua vernácula. El ministro de Información y Turismo, Fraga Iribarne, ordenó que los discos de Serrat dejaran de emitirse por la red de Radio Nacional y Televisión Española. Cuando ya el cantautor había popularizado piezas tan conocidas como "Tu nombre me sabe a yerba", "Manuel", "Balada de otoño"… Su casa discográfica en castellano, Novola, se arriesgó a sacar al mercado el álbum "Dedicado a Antonio Machado, poeta".
Poco a poco, las aguas fueron remansándose y ese disco marcó un rumbo positivo para la carrera de Serrat: "La saeta", "Cantares", "Españolito"… Había musicado esos poemas machadianos añadiéndole un tema propio, "En Coulliure", lugar donde está la tumba del poeta. "Mediterráneo", en 1971, significó su consagración artística. Hoy se la considera su mejor canción, el himno de toda una generación. También hay que recordar su álbum con poemas de Miguel Hernández.
Ciertamente, su discografía posterior, valiosa desde luego, nunca alcanzó la magia de los tiempos de "Mediterráneo". Pero dejó siempre la impronta de su talento, no sólo aquí sino en Hispanoamérica, donde es tan querido como respetado, lo que reivindicaría en tiempos recientes, (tras superar serios problemas de salud hace unos años) en sus giras mano a mano con Joaquín Sabina. La gran personalidad de Joan Manuel Serrat, es incuestionable. Su nombre está indeleblemente unido a nuestra cultura popular del último medio siglo.
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