En Spitsbergen, una isla en el océano Ártico, se marca el final de una era. La última mina de carbón de la ciudad noruega de Longyearbyen está cerrando sus puertas, dejando a muchos trabajadores sin empleo. Este cierre simboliza un cambio significativo en la región, donde se abandona el carbón en favor de las energías renovables. La comunidad local, aunque afectada por la pérdida de trabajos, espera que esta transición impulse la transformación energética necesaria para un futuro más sostenible. La apuesta por las energías limpias no solo busca proteger el medio ambiente, sino también asegurar un desarrollo económico más responsable y duradero para Longyearbyen y sus habitantes.
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