El sábado 5 italianos saltaron al río Tíber desde el puente Cavour en Roma, siguiendo así la tradicional forma de festejar el primer día del año nuevo.
Esta tradición la inició un socorrista que se tiró a las aguas del Tíber en 1946 ya que estaba desempleado y quería de esta peculiar manera hacer publicidad de sus habilidades profesionales.
El sábado centenares de personas acudieron al puente para ver el espectáculo anual de saltos inverosímiles. Este año el mayor de los atrevidos, Maurizio Palmulli, de 58 años, realizó su 24.º salto al río romano.
Otro de los protagonistas del día, Simone Carabella, confesó que daba el salto para cumplir una promesa que había hecho hacía 3 años.
El salto al Tíber se considera una tarea peligrosa ya que el río es frío, sucio y no es lo suficientemente profundo para saltar desde semejante altura.
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