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¡Buenas días cultura! ARMINDO CARDOSO, fotógrafo y su exposición "Un otro sentimiento del tiempo. Chile 1970 - 1973"


Armindo Cardoso, en la foto, es un destacado fotógrafo portugués, que ha sido reconocido en nuestro país por su trabajo entre los años 1970 y 1973. Se encuentra en Santiago realizando una serie de actividades entre las cuales destaco la inauguración del Primer Seminario "Diálogos sobre las memorias: cruces temáticos para un país diverso".
También se inauguró la exposición "Un otro sentimiento del tiempo. Chile 1970 - 1973, que muestra el trabajo del fotógrafo en nuestro país durante ese período. También se presentó el libro, con el mismo nombre,  que reúne las fotos cuyos negativos fueron rescatados de la dictadura gracias a familiares y amigos de Armindo Cardoso.
Todas estas actividades fueron desarrolladas en la Biblioteca Nacional y donde podrán ver la exposición de algunas de las fotografías de Cardoso.








Esta es la portada del libro "UN OTRO SENTIMIENTO DEL TIEMPO. CHILE 1970 - 1973 y su autor nos dice al inicio
"En realidad, fueron más de tres años, por la extensión y profundidad de los hechos vividos. Y, sin embargo, ¡fue todo tan rápido! En septiembre de 1970, Salvador Allende y la Unidad Popular vencían en las elecciones chilenas con un programa político -las cuarenta medidas que incluían desde la nacionalización del cobre, principal riqueza y fuente de divisas, hasta el suministro gratuito de leche a todos los niños-. El programa de la Unidad Popular expresaba las aspiraciones de la mayoría del país y reunía a su alrededor las energías de los campesinos pobres y de clase media, de pequeños y medianos empresarios, de gran parte de funcionarios públicos y de intelectuales. La misma plataforma política abarcaba a marxistas y cristianos, masones y agnósticos, reformistas y revolucionarios que se organizaban en siete partidos y movimientos.

En la cima de ese gran movimiento estaba el presidente Allende, médico, político y revolucionario, ídolo de los trabajadores que recordaban el juramento que había hecho, aún muy joven, de dedicar la  vida a las luchas sociales.




En 1970, Chile comienza a buscar su identidad, y en esa búsqueda todo aquello que estaba en el fondo, escondido y sofocada, emerge a la superficie y genera tensión: el número de desempleados deja de estar oculto y manipulado; se sabe que hay desnutrición, que falta leche para los niños en las escuelas y hospitales. Se observa que que en los campos reinan los caciques latifundistas y que la explotación del cobre por extranjeros se lleva la riqueza del país. Repentinamente, la nación descubre que más allá del "barrio alto", de las bellas viviendas y calles con jardines, exista otra cara de la moneda. Hasta los indígenas mapuches, conocidos como "gente de la tierra", que resistieron y sobrevivieron a los conquistadores españoles, salen de los campos del sur para entrar en la ciudad contemporánea, ante el espanto de quienes solo los conocían por fotografías, cual moldura de una chilenidad desconocida.


       En la foto Mireya Baltra, Diputada y regidora (1969 - 1973) y Ministra del Trabajo y Previsión Social durante el gobierno de la Unidad Popular

Siguiendo con lo escrito por Armindo Cardoso:

De ahora en adelante, el lenguaje, los gestos, las aspiraciones de una sociedad cambian. Los "señores" pasan a ser "compañeros". El primer año fue una fiesta, el descubrimiento. Hay un motor, una pulsación desconocida, un sueño dentro de mí, de ti, que juntos en un mismo camino cantamos canciones de Violeta.

Chile dejará de ser "el centro de la injusticia" y las aspiraciones de los valles, de la Patagonia, de los salitreros, cristalizarán en una nueva identidad nacional. El programa de la Unidad Popular se cumple desde el primer día: se nacionaliza el cobre, la banca, los grandes monopolios privados y se lleva a cabo la reforma agraria.

Hasta que otro Chile, cuyas fronteras comienzan en plaza Italia y terminan en los faldeos de la cordillera, aunque perplejo, empieza a reaccionar. El odio y el miedo se propagan y no se detienen hasta que el proyecto de transformación social sea "letra muerta".



En la foto Jorge Müller (1947, detenido desaparecido en 1974), director de fotografía, y Patricio Guzmán (1941), realizador, en las grabaciones del documental "La batalla de Chile", Santiago 1973

Tres años poco dicen del Chile popular; fue todo intenso, profundo, el sentimiento del tiempo fue otro, los días condensaron años, décadas. En las avenidas, multitudes indescriptibles daban apoyo al compañero presidente: en aquel tiempo todo se podía fotografiar cotidianamente en las esquinas de la ciudad.

Pero el odio crece e incita la rabia. Finalmente, el 11 de septiembre de 1973 una junta Militar se toma el poder, con el que culmina la sedición iniciada luego de la victoria electoral de Allende, tres años antes. No obstante, lo que se desmoronó bajo el fuego de los aviones no fueron solo las paredes del palacio la Unidad Popular, junto con Allende y sus defensores que ahí se encontraban; con los escombros cayeron también las instituciones democráticas levantadas a lo largo del siglo y medio de vida republicana. Y donde estaba la Moneda surge -para espanto de muchos del "barrio alto"- un inmenso campo de concentración por donde pasaron miles de chilenos.

Mirando las imágenes que me llegan actualmente por los medios de comunicación, pienso que Chile hoy es un país abierto a la modernidad. Del Chile que conocí guardo la alegría y la creencia de un pueblo en su transformación. Son esa alegría y creencia que me llevaron a entregar mi obra sobre Chile a la Biblioteca Nacional de Chile. Para que esas fotografías nos puedan devolver aquí y ahora el Chile de aquellos años, que nunca dejaron de existir en mi.



En la fotografía, el poeta Pablo Neruda, en una celebración por haber obtenido el Premio Nobel de Literatura. Lo acompaña el General Carlos Prats.

Salí de Portugar por motivos políticos en 1965 y viví como exiliado en Francia, país donde comencé mi formación de fotógrafo. En 1969 fui para Chile, acompañado de mi mujer de nacionalidad chilena, y de mi hija. Aquí nació mi hijo.

Trabajé en Chile en el área de la fotografía como asistente del fotógrafo polaco Bob Borowicz. En la universidad de Concepción colaboré en la revista Atenea junto con el escritor Enrique Lihn y en la Editorial Universitaria, en la revista de Educación y en la Editorial Quimantú.

En 1971,  ya en el tiempo del gobierno de la Unidad Popular, comencé a colaborar con ICIRA (Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria). Gran parte de mi trabajo en aquel momento lo dediqué primero a los indígenas mapuches, en Temuco, y más tarde, en la zona de Talca, a los campesinos y los "afuerinos".

En 1972, formé parte del equipo fundador del semanario Chile hoy, dirigido por Marta Harnecker. Allí trabajé como editor gráfico y reportero fotográfico. Durante ese período colaboré también con la revista Paloma. Luego, trabajé con Patricio Guzmán en el documental La batalla de Chile y con el realizador Costa-Gravas en la película Estado de sitio.

Después del golpe de estado de 1973, el ambiente exigía que intentara preservar los negativos que representaban mi trabajo de años junto a la Unidad Popular y el esfuerzo de Allende y sus compañeros.

Foto de Antonio Skarmeta, escritor chileno, Premio Nacional de Literatura 2014. Foto tomada el año 1973

Frente al recelo fundado de que mi trabajo fuera destruido, familiares y amigos  solidarios escondieron y enterraron millares de negativos durante un tiempo, hasta que las autoridades francesas, en la persona del agregado cultural de aquel entonces, los rescataron y los hicieron llegar a Francia, país que me ayudó también a salir de Chile después de meses de refugio en la embajada de Venezuela.

La experiencia determinante que viví y los lazos afectivos que me ligaron para siempre a Chile son hoy, para mi, motivo de orgullo al ver el reconocimiento de mi trabajo. Que su preservación permita a las generaciones futuras, dentro y fuera de Chile,, conocer los rostros de las multitudes unidas en torno a Allende, el rostro del propio Allende y de los que lo acompañaron en su deseo de cambio, así como todos aquellos a quien él quiso ofrecer dignidad y a quien yo tuve la fortuna de fotografiar.

Armindo Cardoso
Lisboa, 2015



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