Hoy se cumplen 25 años de la muerte de Ugo Tognazzi, uno de los cuatro "coroneles" de la comedia a la italiana junto con Vittorio Gassman, Nino Manfredi y Alberto Sordi, a los que cabe agregar una "coronela" como Monica Vitti.
Junto a todos ellos Tognazzi protagonizó una serie de películas, populares tanto en Italia como en el extranjero, que retrataban despiadadamente los defectos del italiano medio al tiempo que lo hacía reir.
Fue un momento inolvidable del cine italiano que salía maltrecho de una Segunda Guerra Mundial, comenzada junto a la Alemania nazi y terminada con los aliados, donde grandezas y bajezas se sucedían a velocidad vertiginosa cuando no se superponían.
Tognazzi nació en Cremona el 23 de marzo de 1922, hijo de un corredor de seguros, y a los cuatro años pisó por primera vez un escenario en el teatro Donizetti de Bérgamo y a los 14 entró en una fábrica.
Pero el bichito del teatro lo carcomía y después de ganar un concurso debutó a los 22 años, en 1944, en el teatro de revistas, mientras su debut en cine llegó en 1950 con "I cadetti di Guascogna" de Mario Mattòli. Durante los años '50 intervino en una caterva de films (rodará más de 150), más o menos olvidables, pero con los que conquistó a un público que lo siguió fielmente, pasando de la risa despreocupada a los dolores de la tragedia cotidiana.
Su popularidad se afianzó con la televisión cuando, en pareja con Raimondo Vianello, se divirtió en el programa "Uno, dos, tres" mofándose de los políticos que terminarán por exiliarlos del medio por haberse burlado de las vicisitudes sexuales del presidente Giovanni Gronchi.
Pero llegaron los años '60 con "Il federale" (El comandante) de Luciano Salce donde encarnó al fascista Arcovazzi, primero de una serie de personajes inolvidables como el fascista arrepentido de "La marcia su Roma" (La marcha sobre Roma) de Dino Risi, el marido en crisis de "Le ore dell'amore" (Las horas del amor) del mismo Salce, el traicionado de "Il magnifico cornuto" (El magnífico cornudo) de Antonio Pietrangeli y el despreciable de "L'ape regina" (La reina y su zángano) de Ferreri para no mencionar la galería de "monstruos" del epónimo film de Risi con Vittorio Gassman, donde ambos encarnaron los aspectos más despreciables del italiano medio.
Por él se pelearon los más grandes directores del momento, desde Ugo Gregoretti y los hermanos Taviani a Alessandro Blasetti y Mario Monicelli, Pietro Germi, Carlo Lizzani, Ettore Scola, Pier Paolo Pasolini y Nanni Loy. Solo Federico Fellini lo ignoró, pero Tognazzi se vengó protagonizando "Satyricon" (Los degenerados) de Gian Luigi Polidoro y ganando de mano al maestro que tardó en terminar su versión del clásico de Petronio Arbitro.
Se aventuró también en la dirección con "Il mantenuto" (El mantenido) en 1961 al que seguirán otros cuatro más una serie TV y frecuentó el teatro con "M. Butterfly" de David Wang y "Seis personajes en busca de autor" de Luigi Pirandello y hasta se atrevió con el francés interpretando "El avaro" de Molière. Y en ese idioma encarnó a la perfección, él que es un Don Juan impenitente con dos esposas, multitud de amantes y tres hijos (Ricky, Gianmarco y Maria Sole, todos entregados al cine como actores y directores), el personaje del homosexual Renato Baldi en "La cage aux folles" (La jaula de las locas) de Edouard Molinaro.
Tognazzi fue también famoso por sus ágapes en su villa en las afueras de Roma con anexo de campeonatos de tenis para VIPs del cine, y no en vano Ferreri en "La grande bouffe" (La gran comilona) le confió el rol de un hombre que decide matarse comiendo. En el ocaso de su vida y con la merma de papeles, Tognazzi tuvo ataques depresivos como su amigo Gassman, y terminó muriendo de un derrame cerebral el 27 de octubre de 1990, rodeado del afecto de sus hijos y de su segunda esposa, Franca Bettoja. Una vida plena, resumible en una de sus célebres frases: "el hombre come también con los ojos, especialmente si la que sirve es bonita".
PN/MRZ
ANSA
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