"Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de nuestra paz. De la paloma mil veces rechazada y mil veces colocada en su trono", escribió en la red social X el presidente de Colombia, Gustavo Petro. Tras un deterioro de su salud, falleció a las 09H00 locales en Mónaco, precisó su hija, Lina Botero.
"Estaba delicado de salud, llevaba varios años con un parkinson rígido" y "desarrolló una pulmonía en los últimos cinco días (...) Llegó un momento en que se le estaba dificultando muchísimo respirar, afortunadamente murió tranquilamente", declaró la hija del artista a Blu Radio de Colombia.
Nacido en 1932 en Medellín, en el centro de Colombia, es considerado como uno de los mayores artistas plásticos latinoamericanos del siglo XX, celebrado también en las subastas de arte mundial de Nueva York o Londres.
"Siguió pintando hasta el final, ya no al óleo porque le costaba mucho trabajo estar de pie pero trabajaba la acuarela", señaló su hija.
El sábado trabajó por última vez en su taller de Mónaco, antes de que su enfermedad respiratoria empeorara, agregó.
El alcalde de su ciudad natal, Daniel Quintero, decretó siete días de luto: "Lamentamos profundamente la muerte del maestro Botero, un grande del arte, de la cultura, pero un grande también por su amor por Medellín, por su amor por Colombia, por su amor por Latinoamérica".
En marzo de 2022 su escultura "Hombre a Caballo" se vendió en una subasta de arte latinoamericano de Christie's en Nueva York por 4,3 millones de dólares, alcanzando un precio récord para el artista colombiano.
Dejar este mundo
"Pienso a menudo en la muerte y me entristece dejar este mundo y no poder seguir trabajando, porque disfruto mucho con mi obra", dijo el "maestro" a la AFP en una entrevista con motivo de su 80 cumpleaños, en 2012.
"Ha fallecido un grande, dio buen nombre a la Patria, enalteció la cultura", escribió el expresidente de Colombia Álvaro Uribe (2002-2010).
Las obras de Botero, de formas voluptuosas y ligeramente surrealistas, se hicieron populares en todo el mundo, y se pueden ver en museos y espacios públicos de ciudades como Bogotá, Madrid, París, Barcelona, Singapur y Venecia.
El artista aseguraba que las exposiciones en espacios públicos son una "forma revolucionaria" de acercar el arte al público.
Al aire libre
Donó una veintena de sus masivas esculturas de bronce a su natal Medellín en 2004. Expuestas al aire libre en la céntrica Plaza Botero, las obras fueron vandalizadas en 2020 por desconocidos que usaron "sustancias químicas" para decolorar el metal, en un hecho que generó indignación.
Otra escultura instalada en una plaza de su ciudad fue destruida parcialmente en 1995 por una bomba que mató 23 personas, en plena guerra del Estado colombiano contra los carteles del narcotráfico y las guerrillas de izquierda. Los autores del ataque no fueron identificados y los restos de la obra permanecen en el Parque de San Antonio.
Hijo de un representante comercial, se inició en el arte a una edad temprana. A los 15 años ya vendía sus dibujos taurinos a las puertas de la plaza de toros de Bogotá
Durante su carrera llegó a hacer más de 3.000 pinturas y 300 esculturas, una muestra de su capacidad de creación. La mera idea de abandonar los pinceles "me aterra más que la muerte", solía decir.
Desde París, la galerista Leonor Parra, fundadora del festival "Carré Latin", declaró a la AFP que Botero "era sin duda alguna uno de los artistas vivos más importantes de América Latina. Su preocupación por el volumen marcó una época de la figuración latinoamericana. Más que un artista colombiano o latinoamericano, es un artista mundial".
En los pasillos del Museo Botero, que alberga más de 100 piezas suyas en el centro histórico de Bogotá, el turista costarricence Fabio Umaña dijo a la AFP que llegó a este centro cultural después de enterarse de la muerte del artista.
Destacó que parte de su obra ponga en foco "con una lectura correcta" a la violencia armada del país, que en seis décadas ha dejado más de un millón de muertos y cerca de ocho millones de desplazados.
Durante años, Botero dividió su vida entre un pueblo de la Toscana (Italia), Nueva York, Medellín y Mónaco.
"Desde que murió Sophia, su compañera del alma de 48 años de vida, mi papá sufrió un bajonazo muy duro, le produjo una tristeza infinita", lamentó su hija Lina.
© 2023 AFP
FRANCE 24
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