Iniciando el contacto recordando a Ella Fitzgerald, cantante estadounidense de jazz, que nació en un día como hoy pero del año 1917.
Tras pasar su infancia en un orfanato de Nueva York, inició su carrera con sólo dieciséis años, cuando ganó en 1934 un concurso para voces noveles en el Apolo Harlem de Nueva York. Entre los asistentes a la gala se encontraba Chick Webb, que quedó fascinado por su voz y la contrató para su orquesta; posteriormente se casaría con ella. De 1935 data su primera grabación, Love & Kisses. Entre 1934 y 1939, Ella Fitzgerald cantó con la Chick Webb Band, grupo que dirigió tras la muerte de Webb (1939) durante dos años.
Empezó entonces su trayectoria como solista y grabó su primer álbum, My Wubba Dolly. Su cálida voz, aunque nunca tan intensa como la de Billie Holiday, tenía un aire distinguido, llegando incluso a veces a parecer ingenua e infantil. Tras colaborar en grabaciones con un sinfín de personajes del mundo de la música negra (Louis Armstrong entre ellos), en el año 1946 se incorporó a una gira por Estados Unidos que la dio a conocer por todo el país. Trabajó con el productor discográfico estadounidense Norman Granz y recorrió Europa y Asia interviniendo en las jornadas musicales Jazz at the Philharmonic, organizadas por Granz. Ya en la década de los cincuenta fueron frecuentes sus trabajos junto a nombres ilustres del jazz, como Cole Porter y Duke Ellington, en la que fue una de sus mejores etapas como vocalista. Realizó incluso una primera aparición en el celuloide, en el filme Pete Kelly's Blues (1955).
Ese mismo año se despidió de Decca, su sello discográfico hasta esa fecha, donde había orientado su carrera artística hacia las baladas pop; su fichaje por el sello Verve, en 1956, la acercó más al jazz, e inició una fructífera etapa durante la que, hasta mediados de la década de los sesenta, grabó más de 250 canciones con los mejores compositores del momento, como los mencionados Porter o Ellington o figuras de la magnitud de Richard Rogers, George Gershwin o Jerome Kern, entre otros.
Sus grabaciones con orquestas están consideradas entre las mejores de la historia del jazz. Una de las realizadas para este sello fue Ella & Basie, donde colaboró con Count Basie y un joven Quincy Jones como artista invitado. Con Basie volvería a editar otro excelente disco, A Classy Pair, en 1979. Para los aficionados al jazz, posiblemente su mejor trabajo es Ella Fitzgerald sings the Cole Porter songbook (1956), álbum que incluye la versión definitiva de Every time we say goodbye, uno de sus mayores éxitos, aunque también hay que destacar grabaciones como Lady be good (1946) o A Tisket A Tasket (1968).
Entre 1957 y 1958 interpretó con la colaboración, una vez más, de Louis Armstrong, la ópera de George Gershwin Porgy and Bess, en una excelente versión jazz de la misma. En 1958 actuó junto a Duke Ellington en el Carnegie Hall de Nueva York. En Europa ofrecería numerosos recitales con el trío de Oscar Peterson. En el año 1960 organizó un concierto en la Deutschlandhalle de Berlín, donde Adolf Hitler había pronunciado un discurso condenando a dos grandes intelectuales alemanes como fueron Kurt Weill y Bertolt Brecht, hecho que la cantante conmemoró en un homenaje a los mismos intelectuales y que terminó en un apoteósico Mack The Knife (Weill-Brecht). Este simbólico acto acentuó aún más la leyenda mundial de esta diva del jazz.
Una grave enfermedad la mantuvo apartada de la escena musical desde mediados de los sesenta, pero recobró la actividad en los setenta, grabando y volviendo a actuar con regularidad. Entre sus últimas apariciones destaca el concierto que ofreció en 1985, con motivo del Kool Jazz Festival, en el Carnegie Hall. En 1986 fue operada a corazón abierto, y sólo el afán de superación le ayudó a superar la crisis; volvió a los escenarios un año después. Sus últimos trabajos (30 by Ella, editado en 1991 y grabado con el saxofonista Benny Carter, o Misty Blue, del mismo año) demuestran la fuerza interpretativa que mantuvo prácticamente hasta su fallecimiento.
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