Viene bien para este fin de año y sobre todo para el comienzo del 2006.
Que sepa ser buen viejo
Señor, que has dividido la vida del hombre en etapas y que has hecho la vejez; no permitas que yo me convierta en uno de esos viejos gruñones,
siempre dispuestos a denigrar, a protestar, a gruñir,
a refunfuñar, que se entristecen a sí mismos
y resultan insoportables a los demás.
Consérvame la sonrisa
y la risa aunque muestre mi boca desdentada o mis dientes postizos.
Consérvame el sentido del humor,
Consérvame el sentido del humor,
que sabe poner las cosas, las personas -y a mí mismo- en su justo lugar,
que nos permite reírnos de nuestros propios males y
transformar nuestras penas en objeto de simpáticas bromas.
Haz de mí, Señor,
un viejo sonriente,
que no pudiendo ya dar grandes cosas a mis hermanos,
les dé, al menos, un poco de alegría.
Señor, que has plantado en mi pecho un corazón de carne para amar y ser amado,
un corazón semejante al Corazón traspasado de tu Hijo,
no permitas que me convierta en un viejo egoísta,
acurrucado y encapsulado sobre mí pequeño yo,
encerrado en mis limitaciones como entre cuatro paredes,
azarado continuamente por el temor de lo que me falta,
de lo que me puede faltar y de las corrientes de aire.
Consérvame un corazón abierto,
y unas manos dispuestas a apretar otras manos
y a abrirse para dar.
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