Revisando la informacióna aparecida en Prensa Latina, encontré una información que hace referencia a la calidad de vida de los Adultos Mayores en Cuba. De ahí rescato algunos datos y situaciones que quiero compartir con ustedes.
Los cambios demográficos producidos en Cuba como resultado de la disminución del índice de natalidad y el incremento de la expectativa de vida, han conducido a un envejecimiento acelerado de la población.
Actualmente el 14,7 por ciento de la población cubana es mayor de 60 años, por lo que las necesidades y demandas de este grupo asumen categorías superiores y hace que las respuestas tradicionales resulten insuficientes.
Desde 1974 se puso en práctica, en ese país, el primer programa de atención al adulto mayor.
Concebidas para brindar especial y diferenciado cuidado a sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales, las acciones emprendidas han permitido elevar la calidad de vida y prolongar la existencia de esas personas, lo que arroja una perspectiva de vida de 76,15 años.
En ese sentido el programa integral de atención al adulto mayor rectorado por el Sistema Nacional de Salud, en particular por el médico de la familia y el resto de los eslabones de la atención primaria de salud, posee un enfoque comunitario e institucional.
Cuba posee más de 14 mil círculos de abuelos, 174 casas y centros de recreación y orientación para esos grupos etáreos, así como también brinda cuidado domiciliario a más de 96 mil personas de la tercera edad.
Este programa, además de ofrecer una aglutinación en favor del adulto mayor, se aplica en todos los niveles de atención e incluye no sólo la salud, sino la seguridad social, los deportes, la cultura, la legislación y otros.
Según estadísticas internacionales, Cuba es uno de los países latinoamericanos más envejecidos, por ello dada la magnitud alcanzada en este orden y la rapidez con que se ha transformado su pirámide poblacional programas como estos constituyen una prioridad en los años futuros.
Pero la prolongación de la vida humana también se aceleró en el mundo a partir de 1980, cuando existían 550 millones de adultos mayores, con una perspectiva demográfica de mil 250 millones en el 2025.
A tales efectos autoridades de la Isla consideran que la preocupación debe ser a escala mundial, con acciones cooperativas y solidarias que, con políticas y estrategias nacionales e internacionales, materialicen en forma afectiva la ayuda a los adultos mayores.
En ese sentido alertan también acerca de las tendencias actuales para la protección de los ancianos, bajo el pretexto de que la mayoría vive en naciones desarrolladas, todos se asemejan, envejecen de la misma manera y son frágiles.
De acuerdo con esos análisis superfiiales, esa población no tiene nada que aportar y constituye una carga económica para la sociedad, nada más alejado de ls posibilidades y capacidades que aín puede desarrollar ese sector.
Desarrollar actividades educativas que cambien la imagen que tiene el anciano de sí mismo y de la sociedad, o fomentar estilos de vida sanos sin alcoholismo, sedentarismo o drogadicción, no son acciones vanas, sino enaltecedoras de la persona en el ocaso de su vida.
Garantizar la atención periódica y sistemática en el consultorio, en el hogar, en el círculo y casa de abuelos, en el centro de trabajo y en las policlínicas prolonga la existencia de cualquier ser humano.
El envejecimiento saludable y la vejez satisfactoria son claves para los que en su momento fueron los protagonistas de la familia, la comunidad y toda la sociedad.
Los cambios demográficos producidos en Cuba como resultado de la disminución del índice de natalidad y el incremento de la expectativa de vida, han conducido a un envejecimiento acelerado de la población.
Actualmente el 14,7 por ciento de la población cubana es mayor de 60 años, por lo que las necesidades y demandas de este grupo asumen categorías superiores y hace que las respuestas tradicionales resulten insuficientes.
Desde 1974 se puso en práctica, en ese país, el primer programa de atención al adulto mayor.
Concebidas para brindar especial y diferenciado cuidado a sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales, las acciones emprendidas han permitido elevar la calidad de vida y prolongar la existencia de esas personas, lo que arroja una perspectiva de vida de 76,15 años.
En ese sentido el programa integral de atención al adulto mayor rectorado por el Sistema Nacional de Salud, en particular por el médico de la familia y el resto de los eslabones de la atención primaria de salud, posee un enfoque comunitario e institucional.
Cuba posee más de 14 mil círculos de abuelos, 174 casas y centros de recreación y orientación para esos grupos etáreos, así como también brinda cuidado domiciliario a más de 96 mil personas de la tercera edad.
Este programa, además de ofrecer una aglutinación en favor del adulto mayor, se aplica en todos los niveles de atención e incluye no sólo la salud, sino la seguridad social, los deportes, la cultura, la legislación y otros.
Según estadísticas internacionales, Cuba es uno de los países latinoamericanos más envejecidos, por ello dada la magnitud alcanzada en este orden y la rapidez con que se ha transformado su pirámide poblacional programas como estos constituyen una prioridad en los años futuros.
Pero la prolongación de la vida humana también se aceleró en el mundo a partir de 1980, cuando existían 550 millones de adultos mayores, con una perspectiva demográfica de mil 250 millones en el 2025.
A tales efectos autoridades de la Isla consideran que la preocupación debe ser a escala mundial, con acciones cooperativas y solidarias que, con políticas y estrategias nacionales e internacionales, materialicen en forma afectiva la ayuda a los adultos mayores.
En ese sentido alertan también acerca de las tendencias actuales para la protección de los ancianos, bajo el pretexto de que la mayoría vive en naciones desarrolladas, todos se asemejan, envejecen de la misma manera y son frágiles.
De acuerdo con esos análisis superfiiales, esa población no tiene nada que aportar y constituye una carga económica para la sociedad, nada más alejado de ls posibilidades y capacidades que aín puede desarrollar ese sector.
Desarrollar actividades educativas que cambien la imagen que tiene el anciano de sí mismo y de la sociedad, o fomentar estilos de vida sanos sin alcoholismo, sedentarismo o drogadicción, no son acciones vanas, sino enaltecedoras de la persona en el ocaso de su vida.
Garantizar la atención periódica y sistemática en el consultorio, en el hogar, en el círculo y casa de abuelos, en el centro de trabajo y en las policlínicas prolonga la existencia de cualquier ser humano.
El envejecimiento saludable y la vejez satisfactoria son claves para los que en su momento fueron los protagonistas de la familia, la comunidad y toda la sociedad.
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