Como un río a una roca, como la lluvia y el viento a la montaña, el paso del tiempo nos va moldeando; va haciendo de nosotros seres distintos a los que vieron por primera vez el sol y sintieron alegría. Y, a excepción de algunos pocos afortunados, casi todos los hombres ven que con la fuerza del cincel de las décadas van perdiendo las esperanzas, las alegrías, las ganas de vivir. Dichosos quienes pueden ver llegar la vejez sin estar atragantados de fracasos y rencores. Alégrense aquellos que son distintos a mí.
Con 50 años de vida en común ya estamos transitando por este “Camino otoñal”, descubriendo, día a día, la alegría de vivir y tratando de colaborar en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. El Otoño, al igual que el Adulto mayor, tiene su belleza y la estamos conociendo. Pensamos que hay mucho camino que recorrer y todavía tenemos una mirada optimista de la vida, consciente que junto a las dificultades del diario vivir, hay desafíos que afrontar y oportunidades para servir.
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