El viejo Raimundo pasa sus días entre los largos tallos de ricino que siembra desde hace tres años en su conuco en un pequeño pueblo del nordeste brasileño, cuya cosecha sirve para fabricar biocombustible, la gran apuesta energética del gigante sudamericano.
El viejo Raimundo pasa sus días entre los largos tallos de ricino que siembra desde hace tres años en su conuco en un pequeño pueblo del nordeste brasileño, cuya cosecha sirve para fabricar biocombustible, la gran apuesta energética del gigante sudamericano.
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