Dos arquitectos malayos plantean soluciones alternativas a hundir estas grandes estructuras o dejarlas abandonadas a merced de las olas al final de su vida: construir majestuosas villas acuáticas autosuficientes y laboratorios para investigación
23 Julio 11 - - Almudena Martín
Ante el problema ambiental que suponen las plataformas petrolíferas en desuso en nuestros mares, dos estudiantes malayos han puesto sobre la mesa un interesante proyecto para dar a estas oxidadas estructuras una segunda oportunidad. La idea es convertirlas en complejos de viviendas y laboratorios submarinos donde podrían vivir hasta 1.000 personas de una forma sostenible gracias al uso de las energías renovables. Su diseño ha conseguido colarse en la final del prestigioso concurso de arquitectura «Skyscraper 2011» que organiza cada año la revista «eVolo».
Como si estuviera sacado de una novela de ciencia ficción, el proyecto explora la posibilidad de vivir en diferentes niveles circulares por encima y por debajo del mar, todos ellos comunicados por al menos cuatro ascensores. Según Ku Yee Kee, profesora del Departamento de arquitectura de la Universidad Tecnológica de Malasia y supervisora del proyecto, «a partir de una estructura básica ya creada se construyen varios edificios concéntricos donde poder vivir, ir de vacaciones o investigar la vida marina». La población viviría fuera del agua en pequeños apartamentos, estudios o habitaciones de hotel con grandes ventanales que ofrecerían al visitante impresionantes vistas al mar. Por otra parte, investigadores, científicos y biólogos marinos trabajarían en laboratorios submarinos, aulas y centros de formación situados en los niveles más inferiores. La zona intermedia se destinaría a las áreas recreativas, como por ejemplo piscinas.
Para Ku Yee Kee, «habría una separación clara entre el área de los visitantes y el de investigación submarina, con acceso limitado. Los visitantes que pasearan por la plataforma verían bajo sus pies una caja de cristal donde se ubicaría la zona de investigación. Esta arquitecta malaya calcula que cada plataforma petrolífera podría tener una capacidad de entre 900 y 1.000 personas, entre población general, personal científico y de mantenimiento.
Vivir en medio del océano no es fácil y la estructura debe estar preparada para hacer frente a las inclemencias climáticas y a los fuertes vientos de alta mar. Por eso, estos jóvenes diseñadores apuestan por instalar varias vigas de acero en las zonas periféricas y muros de corte tras los ascensores para fortalecer la plataforma. «La seguridad en este tipo de instalaciones es muy importante», señala Ku Yee Kee, que añade la existencia de guardias a lo largo del perímetro de la plataforma para evitar accidentes. Asimismo, la estructura estará dotada de un helipuerto, naves de evacuación en la superficie y submarinos que podrían ser utilizados como rutas alternativas de acceso en caso de emergencia.
El proyecto malayo busca ser totalmente autosuficiente y respetuoso con el medio ambiente a través del uso de tres fuentes de energías renovables: la solar, la eólica y la maremotriz. Una membrana flexible de paneles fotovoltaicos cubrirá todo el techo de una gran cúpula instalada sobre la plataforma. Como una segunda piel, esta capa translúcida aprovechará al máximo la luz del sol para abastecer de energía las instalaciones. Varios molinos de viento se ubicarán a lo largo de las cuatro fachadas de la estructura, mientras que bajo el mar, una serie de turbinas acopladas a un generador eléctrico obtendrán la energía cinética de las corrientes marinas presentes las 24 horas del día.
«Gigantes» con caducidad
Pero esto no es todo. Una de las grandes necesidades de este tipo de estructuras alojadas en medio del océano es la obtención del agua potable. Y para ello, Hor Sue-Wern y Ku Yee Kee han ideado tres sistemas: el primero y más sencillo consiste en recoger el agua de lluvia acumulada en el perímetro de la membrana del techo y filtrarla para el consumo humano. El segundo recurre a la utilización de sistemas de purificación de agua marina a través del proceso natural conocido como osmosis inversa –el mismo que utilizan las células vegetales y animales para obtener el agua–. Y por último, los habitantes de esta plataforma petrolífera se suministrarán de agua potable a partir del tratamiento de las aguas sanitarias, un método muy extendido en Singapur. «Esperamos inspirar a otros investigadores y a los gobiernos para que apuesten por las nuevas tecnologías basadas en fuentes de energía limpia e intentar hacer que esta idea sea algún día una realidad», asegura Ku Yee Kee.
La idea de estos estudiantes ha sido muy valorada por el jurado del concurso estadounidense por abordar un tema ambiental de gran actualidad, como son las estructuras petroleras abandonadas en todo el mundo. Sólo en el Golfo de México existen cerca de 4.000 plataformas en activo, cuya razón de vida, el petróleo, es un recurso agotable. Esto significa que cada uno de estos gigantes submarinos de millones de toneladas de peso tiene fecha de caducidad. Lamentablemente, pocas plataformas son retiradas al final de su vida por el riesgo de que se rompan antes de ser desmanteladas y por su alto coste. La solución más fácil es hundirlas mediante explosiones controladas o dejarlas abandonadas a la deriva, convirtiendo nuestros mares en grandes cubos de basura. El proyecto malayo aparece así como una luz de esperanza que puede convertir este problema en una oportunidad para el hábitat futuro.
La razón
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