Duelo e incredulidad en Noruega tras los dos ataques del viernes que dejaron al menos 92 muertos.
Este es el aspecto de las inmediaciones de los edificios gubernamentales de Oslo donde la explosión de un coche bomba mató a siete personas dibujando un escenario propio de una ciudad en guerra.
El presunto autor de la tragedia,detenido poco después de su segunda masacre, había comprado recientemente seis toneladas de abono químico que podría haber utilizado en la fabricación del artefacto explosivo.
Anders Behring Breivik, de 32 años, se autodefine en Internet como un fundamentalista cristiano, contrario al Islam y a la política multicultural europea.
Dos horas después de la detonación, vestido de policía y con total sangre fría, comenzó a disparar a los participantes en un campamento de las juventudes del gobernante partido laborista en la isla de Utoya, a cuarenta kilómetros de la capital.
Mientras les gritaba que todos morirían, los chicos huían despavoridos, muchos lanzándose al lago.
Al menos 85 de ellos murieron.
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