SALUD.La demanda de tratamientos para parecer más joven ha aumentado un 300%.
La medicina que intenta frenar el envejecimiento humano, un filón sanitario con evidente futuro que solicitan quienes no están enfermos, es objeto de una intensa investigación que avanza en paralelo a su creciente demanda y sofisticación. La última incorporación de esta especialidad es la aplicación de un biochip, que, a partir de un simple análisis de sangre del cliente, determina la predisposición a sufrir hasta 70 alteraciones genéticas que conducen al deterioro y envejecimiento de otras tantas funciones del cuerpo.
Cómo se elimina de la piel y de todo el cuerpo la toxicidad de unas copas de alcohol, qué desgaste celular y grado de vejez causa en un individuo el consumo de tabaco o qué propensión tiene a sufrir infarto de miocardio, hipertensión o trombosis cerebral --y a hacerse viejo de golpe, en consecuencia-- son algunos de los datos que ofrece el biochip. También mide la tendencia a acumular las grasas de la dieta y el déficit de minerales o vitaminas que, una vez repuestos, daran brillo al individuo.
CONTROL DEL ESTRÉS El ingenio, que ofrece desde hace un mes en la Clínica Planas, de Barcelona, sin precedente en España, interviene en las causas de longevidad atribuidas a la genética del individuo, que se calcula son un 25% de todos los factores que llevan a la vejez. Su aplicación se suma al resto de componentes de un tratamiento antiaging, que tiene como eje una dieta verde, proteica y sana; ejercicio físico regular un mínimo de tres veces por semana y un control riguroso del estrés de cualquier causa, considerado el inductor por antonomasia de la vejez.
La demanda de estos tratamientos ha aumentado más de un 300% desde el 2000, según los datos del sector. Con mayor o menor intensidad, la oferta antiedad figura en el catálogo de media docena de clínicas privadas, que atienden a clientes de una media de edad de 52 años --un 51% hombres--, que en un 10% de los casos acuden con sus parejas.
MÁS DE 7.000 EUROS Empresarios, políticos y grandes ejecutivos, según describen, son el núcleo principal de clientes estas terapias. El coste de un tratamiento completo oscila entre los 7.000 y los 10.000 euros. "Siempre son personas preocupadas por su salud y su aspecto, o profesionales sometidos a un enorme estrés --explica el doctor Jorge Planas--. Lo que ofrecemos es una medicina preventiva llevada al extremo: no pretendemos evitar la muerte, ni vendemos belleza exterior o antiarrugas". "Hacemos una especie de cirugía plástica interna y eso retrasa el envejecimiento", dice.
Un tratamiento antienvejecimiento parte de la medición del estado de todos los órganos del cuerpo: capacidad visual, auditiva y pulmonar --cuanto más oxígeno se capta, menor oxidación celular se produce--; densidad ósea, cantidad de grasa y músculo; estado bioquímico sangre, orina y saliva, y elasticidad de la piel --reflejo de la flexibilidad de venas y arterias--, son algunas de las pruebas incluidas.
PASAR HAMBRE Un requisito de estas terapias, considerado la clave del éxito, es comer siempre menos de lo que el apetito pide. Quedarse con hambre rejuvenece, han demostrado múltiples estudios, y los médicos antienvejecimiento procuran que sus pacientes se sitúen hasta un 10% por debajo del peso que por su edad y altura sería normal.
"Los que se mantienen jóvenes han dominado su centro de saciedad --asegura Planas--. El apetito es un parámetro que se puede regular a voluntad: si comes poco se te empequeñece el estómago y con menos comida quedas saciado". También se ocupa esta terapia del estado emocional e intelectual del usuario, y le ofrecen recursos para mantener la memoria. "Un solo tratamiento puede servir para toda la vida, si se sabe incorporar", sostiene el médico.
Fuente: Red Aragón
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