“En un teatro de Atenas, se celebraba una representación a la que habían sido invitados los embajadores espartanos.
Cuando el teatro estaba lleno, un anciano entró y trató inútilmente de hallar sitio libre. Unos jóvenes atenienses que veían los esfuerzos del anciano por acomodarse comenzaron a reírse de él irrespetuosamente. Al ver esto, los embajadores de Esparta, acostumbrados a venerar a sus mayores, se levantaron y ofrecieron sus sitios al anciano. Todo el público del teatro, al presenciar la escena, aplaudió a los embajadores.
-Es curioso -dijo el anciano- los atenienses aplauden la virtudes, mientras que los espartanos las ejercitan".
Del libro “Anécdotas de la historia”, Alfonso Francia, SAN PABLO España)
Cuando el teatro estaba lleno, un anciano entró y trató inútilmente de hallar sitio libre. Unos jóvenes atenienses que veían los esfuerzos del anciano por acomodarse comenzaron a reírse de él irrespetuosamente. Al ver esto, los embajadores de Esparta, acostumbrados a venerar a sus mayores, se levantaron y ofrecieron sus sitios al anciano. Todo el público del teatro, al presenciar la escena, aplaudió a los embajadores.
-Es curioso -dijo el anciano- los atenienses aplauden la virtudes, mientras que los espartanos las ejercitan".
Del libro “Anécdotas de la historia”, Alfonso Francia, SAN PABLO España)
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