Prohibida durante la última dictadura argentina (1976-1983), Sosa conoció el dolor del exilio, en París y Madrid, una experiencia que marcó su vida y reafirmó su compromiso social con la defensa de las libertades y los derechos humanos. Su voz convirtió en himnos los versos de Pablo Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara y Gabriela Mistral; gritó Hasta la victoria siempre, Corazón Libre y Gracias a la vida, aunque en alguna ocasión reconoció que la suya fue una vida "muy hermosa pero muy triste", y se llegó a definir como "una sobreviviente de ignominias y enfermedades".
- REUTERS
El País
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