Matías Prats, mito del periodismo radiofónico. / Archivo
El sonido hacía temblar las puertas del 124. Por fuera, era azul. Por dentro, rojiblanco. No era la tapicería, sino la atmósfera. El Athletic jugaba lejos, pero estábamos con él. Clásica estampa dominguera. La familia y la radio. La de siempre, la de los anuncios de ponches, puros y coñac. Todo sano y nutritivo. La que cuenta al oído noticias, músicas, dramas o tonterías. A diferencia de la tele, tenía colores.
Los de la imaginación. Daba igual que el balón rodara por tierra de nadie. Se mascaba la tragedia. Por eso casaron bien radio y futbol. Podían convertir un cero a cero y un partido aburrido en un espectáculo entretenido. De ahí la mística y predicamento de este deporte. Pero algunos no lo entienden. Según Roures, “el fútbol puede vivir sin la radio”. Claro. Y yo añado: “Y sin tele, prensa, público…hasta sin porterías”. Al fin y al cabo, bastan dos y un par de jerséis para jugar a 'gol portero'. No parece una reflexión seria. Ni justa.
La LFP prohíbe la entrada a las radios que no pasen por caja. Una cadena con buen EGM, estudio de audiencia que manda, deberá pagar entre 3 y 4 millones de euros. Lo peor es que no lo han exigido federación, clubes o jugadores, sino un grupo de comunicación. Ese que pagó derechos a precio de oro y quiere salvar ahora la chapuza rascando pasta en la hucha del nene. Para que comparen, les contaré lo que hacen en Alemania. La Bundesliga cobra 120 euros por partido. Incluye derecho de retransmisión, espacio adecuado y un tratamiento profesional. Aquí, salvo excepciones, te meten en un mugroso cuartucho, hay que levantarse para ver el córner y el encargado de las cabinas tiene el tacto de un acomodador de cine porno. Pero es normal. Porque en Alemania hay gente seria y aquí mucho listo. Aquello es Europa y esto el 'Loco mundo de los Payasos'.
La Champions es otro tema. Retransmitir la final sale a 24.000 euros. Y el Mundial, 70.000. El resto de citas ronda los mil. Algunos lo cobran, como el Manchester. Otros no, como Madrid o Barça. Bastante pillan en el reparto televisivo como para preocuparse. Volviendo a Europa, en la Premier la diferencia entre el primero y el último es de 25 millones. Aquí, blaugranas y merengues se llevan 140 millones cada uno, frente a los 29 del Getafe. ¿Y el Athletic? Que no les engañe el último acuerdo. De 17 pasamos a 30. Lo mismo que clubes con peores datos de audiencia. Cómo van a tenerla, si son incapaces de llevar gente a su campo. El acuerdo está hecho, pero Urrutia y compañía deberán pelear para mejorar el tema. Reparto justo. Porque no se arregla la crisis sableando radios. Para exigir, hay que dar. Pondré un ejemplo lejano, evitando ofender a cercanos. Onda Madrid no rentabiliza el dinero que supone retransmitir al Alcorcón. Pero lo hace. Y conecta con otros campos aun más modestos. No hacerlo los condenaría al ostracismo. Así que, respondiendo a Roures, consejero delegado de Mediapro, “la radio puede vivir sin el futbol”. Al menos, sin cierto fútbol. Salvo seis, el resto interesa menos que el Festival de la OTI. No se extrañen si ponen 'Sálvame de Lux-versión radio' y acaban con las retransmisiones. Si hablamos de rentabilidad…
El maestro José María Mujica llamaba al fútbol modesto fútbol “molesto” porque exigía un seguimiento desproporcionado. Pero existía -ahora menos- el derecho a informar y los derechos de quienes se informaba. Lo segundo lo tiene claro la LFP. Lo primero no. Y es una pena. Sin radio no hubiéramos vivido el penalti de Madariaga ante el Milán en la UEFA del 77, ni la tarde que ganamos la Liga del 83, en Las Palmas. Ni tantos momentos de sonrisas y lágrimas. Los que vivimos lejos de San Mames, vetada la radio, o pasamos por la caja televisiva o nos alejaremos más del Athletic. En fin, es verdad que el fútbol puede vivir sin la radio. Pero sería más aburrido. Y recordemos que se puede morir de aburrimiento. O de avaricia.
El Correo
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